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Voto de Piano y yo:
10
Cine negro. Intriga. Thriller Leslie Calven, es la única sobreviviente del ataque de un submarino a un barco de refugiados que huía de la guerra en Europa. Una vez a salvo busca en sus tíos el apoyo y el afecto que necesita para recuperarse psíquica y emocionalmente. Cuando llega a la mansión familiar se encontrará un extraño ambiente y con que el señor Sidney es quien controla el negocio de la plantación. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra joya más del director André de Toth, del que también me gustó mucho Ciudad en tinieblas (Crime wave, 1954, con el siempre genial Sterling Haydn); otra joya más del cine negro de los 40 y es la enésima, de una altura similar a todas estas obras maestras a las que estas aguas turbias me ha recordado:

1.- El personaje de la muy bella y angelical Merle Oberón (Leslie Calvin), sin duda me ha traído a la memoria a dos actrices:

A.- Por un lado, lo que le sucede a su personaje Leslie me ha recordado a la simpar Ingrid Bergman en Luz que agoniza (George Cukor, 1944), -ver spoiler uno-, y

B.- Y, por otro lado, Merle Oberón me ha recordado por sus miradas, sus gestos y toda su maravillosa interpretación, en este personaje de Leslie a la siempre genial Barbara Stanwyck -una de mis actrices preferidas-; y esto me ha ocurrido tanto en los momentos de estas aguas turbias en que Leslie sufre un dolor insoportable, por su débil psicología-, como en los breves momentos en que siente alegría, (magnífica la escena del baile con el doctor George Grover (interpretado por Franchot Tone), con todos los niños pequeños del pueblo jugueteando, y con la aparición de nuevos personajes que podrían ser también los malos de la película ¿quién sabe?, pues en el pequeño pueblo de Rossignol en el que todos se aburren, obviamente, todos quieren bailar con la bella y recién llegada Leslie.
Concretamente, en los momentos duros y de dolor, Merle me ha recordado a la Barbara Stanwyck de Voces de muerte (Anatole Litvak, 1948), y Mentira latente (Mitchell Leisen, 1950), en la que Barbara se luce como gran estrella en esa primera escena tirada en el suelo ante una puerta cerrada y abandonada por otra por su novio, el cual le pasa 10 dólares por debajo de la puerta para que simplemente desaparezca para siempre, primera escena ésta tan potente como la de estas Aguas Turbias en la que Leslie, enloquecida, sale de las portadas de los periódicos de sucesos, para en la siguiente escena despertar ante los médicos, tras su correspondiente desmayo.
Y por lo que se refiere a los momentos de alegría y amor, las semejanzas con la multidisciplinar Bárbara Stanwyck vienen de Bola de fuego (Howard Hawks, 1941) o de Tú me perteneces (Wesley Ruggles, 1941).

2.- El siempre genial Elisha Cook Jr. (Cleeve), que aquí es, por un lado ante Leslie un lobo con piel de cordero, también quiere ligarsela obviamente, pero en el fondo, un tipo con muy malas intenciones, agrio, impulsivo, inmoral, enamorado del siempre sucio dinero, y a la vez algo torpe, descerebrado y a las órdenes del también maravilloso Thomas Mitchell (Mr. Sydney), auténtico cerebro de la turbia operación acuática que se nos cuenta.
Pues como iba a decir el fantástico Elisha Cook Jr en estas Aguas turbias me ha recordado a sí mismo en su magnífica intepretación de George Peatty en la inigualable Atraco perfecto (Stanley Kubrick, 1956), si bien en esta última está a las órdenes de su insaciable amante, también ávida de dinero.

3.- El maravilloso y siempre perverso Thomas Mitchell (Mr. Sydney) me ha recordado a la absoluta estrella del firmamento fílmico Judith Anderson en su maravilloso papel de la Sra. Danvers, en la siempre bella, romántica y tormentosa película que es la genial Rebeca (del siempre retorcido y genial Alfred Hitckcock, 1940); ambos Mr. Sydney en estas Aguas turbias y la Sra. Danvers en Rebeca dirigen la casa, plantación o mansión de sus dueños con un oscuro e insano magnetismo, con una escrupulosa y omnipresente reiteración y orden en los horarios, en los hábitos, etc, etc, y con muy malas intenciones, imponiéndose en todo caso a los sustituidos y completamente desplazados señores de la casa, que son respectivamente John Qualen como el tío Norbert Lamont, al que en estas Aguas Turbias dibujan como despistado científico, y el simpar Laurence Olivier como Maxim de Winter, el cual bordó su papel de hombre de mediana edad, adinerado, pero al que su pasado impide enamorarse de nuevo en la obra maestra que es Rebeca.

4.- El matrimonio de los señores Lamont me ha recordado a los también amables y perversos Claude Rains y Leopoldine Konstantin de la bellísima Encadenados (Hitchcock, 1946), -ver spoiler dos-.

Y 5.- El enamorado médico doctor George Grover (interpretado por Franchot Tone) me ha recordado, por su papel -ver spoiler tres- al astuto Mark Halliday (interpretado por Robert Cummings en la magnífica Crimen perfecto (Hitchcock, 1954).

Y como siempre, no falta un vestuario y música maravillosas (siempre grande Miklós Rózsa), una ambiéntación fantástica, con Leslie llegando a un lugar completamente desconocido, en el que rápido comienza a sentir terror, como también ocurre a la protagonista Frances Dee, como Betsy Connell, al comienzo de la también genial y acuática Yo anduve con un zombie (Jacques Tourneur, 1943).
En fin, si todas estas películas antes reseñadas son todas obras maestras, y esta joyita de Aguas Turbias me recuerda tanto a todas ellas, será porque Aguas Turbias también lo es. (¿Quién decía que André de Toth era un mero artesano?, le contestaré que no estoy de acuerdo.)
Y en general, se nota que amo al cine clásico y especialmente el film noir -Gracias José Luis Garci por tu libro Noir, por tus programas de televisión y radio, por ser siempre guía, amigo, un ser al que amo y con razón-
Así que, música maestro, enciendan la televisión, no lean más críticas y, veánla.
Piano y yo, 15 de Enero de 2.019.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Piano y yo
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