El carisma de los emblemáticos personajes protagonistas da mucho juego. Ya se ha perdido la cuenta de las parodias que se han hecho a cual más mala, con muy pocas mínimamente aceptables. Si Conan Doyle levantara la cabeza se volvería a morir de un ataque. En esta ocasión, la farsa no puede ser más grotesca, aunque todavía no es la peor producción que se ha hecho. Ni el guion, ni los chistes, ni las situaciones sobrepasan el nivel de lo más vulgar. El ingenio brilla por su total ausencia. Película absolutamente prescindible.