Kanji Watanabe es un anciano que ha trabajado toda su vida como funcionario público, es un viejo burócrata que trabaja en un lugar donde nada camina por eso mismo, por la burocracia y las “ganas” de no hacer nada.

El viejo es un hombre viudo, perdió a su esposa hace muchos años y tuvo que criar a su hijo en soledad, convirtiéndose en una “momia” que divaga con poco o ningún sentido en su vida, todo se complica cuando es diagnosticado con cáncer y se dicta una sentencia de seis meses de vida.

Kurosawa un experto manejando los sentimientos consigue que el espectador sienta pena por ese pobre hombre, abandonado y poco querido, aunque vive con su hijo y la pareja de él, ellos le dan poca importancia al anciano.

Takashi Shimura logra una actuación sentida y totalmente creíble, logra transmitir esa sensación de melancolía y soledad que vive su personaje. Con todo esto, Watanabe comienza una profunda reflexión sobre lo que ha sido (y ha dejado de ser) su vida.

Posteriormente, Kurosawa se aleja de cualquier sentimentalismo barato (léase mostrar al protagonista en su lecho de muerte con un aspecto físicamente deplorable), y se va más por el sentido de su existencia (sin sentido como se ha mencionado) y su intento de resurgir y ser algo mejor.

Para posteriormente caer en una situación de admiración y respeto hacia ese anciano, gracias al cambio que dio en su trabajo, en el trato con los demás y en sus últimos días de su existencia. Excelente película, triste y finalmente esperanzadora.