Un hombre (Markku Peltola) pierde la memoria luego de ser atacado por un trío de desadaptados que lo dejan al borde de la muerta. El espectador, como él, no sabe absolutamente nada sobre su vida antes del incidente, se dan algunas pistas durante el asalto que sufre pero es algo completamente banal. Sabemos que llega a esa región al sur de Finlandia pero nadie sabe sus motivos.

Este hombre sin nombre y sin pasado, como el título del filme reza, deberá sanar sus heridas y recuperarse, no cae presa de la desesperación o del desamparo porque recibe ayuda de un puñado de personajes que le ayudan a rehacer su vida. Lo interesante es que Kaurismäki se aleja de lo que podría ser una idea fácil u obvia que es investigar quién es este individuo.

Pero esto no es así, lo que el realizador fiel a su estilo busca mezclar a esta persona con unos personajes propios de su filmografía, gente del común de clase social-media baja, donde lo que hace el amnésico es reinsertarse y forjar una nueva vida, sin ni siquiera planteárselo, simplemente las cosas se van sucediendo gracias a la fluida narración del director finés.

El largometraje roza la genialidad, cuenta con elementos de gran curiosidad, despierta el interés, nada se muestra forzado y resulta creíble en todo momento, en el sentido de que es una historia un tanto inverosímil, alguien que no sabe quién es acude a la policía, es lo lógico, ¿cierto? Pero aquí, como ya hice mención, al director-guionista poco le importa esto y se va por otros rumbos.

Extraordinario filme, Kaurismäki es sin duda es uno de los mejores realizadores europeos de la historia, sin mucho cartel, con obras sencillas, tragicómicas, sobresaliente.