Barry Levinson nos regala un excelente drama de esos que tanto gustan a la academia de Hollywood, especialmente a la hora de repartir premios. La película sin ser una obra maestra nos cuenta la historia de Charlie Babbitt (Tom Cruise), un joven ambicioso y egoísta que espera heredar la fortuna de su difunto padre hasta que se entera que el beneficiario es su hermano autista Raymond (Dustin Hoffman), un hermano al que no conoce porqué siempre ha estado recluido en un centro especial. Pensando que es una gran injusticia Charlie decide "secuestrar" a su hermano en un viaje a través de los Estados Unidos para poder cobrar la herencia sin intuir la gran relación que irá surgiendo entre ellos.
La película se adentra en un terreno poco visto en el cine como el autismo, y es increíble como Dustin Hoffman con un personaje que no puede expresar sus sentimientos y es ajeno a todo lo que le rodea consigue el mejor papel de su carrera, premios a parte él es el alma de esta película. Una película que ganó cuatro Oscars y seguramente merecía alguno mas (la banda sonora a cargo de Hans Zimmer es memorable) y que siempre quedará en el recuerdo como una película entrañable que merece ser revisada de vez en cuando, un clásico.