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España España · Lleida
Voto de Uma:
4
Comedia. Drama Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. ... [+]
11 de enero de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin ocurrió. Tenía que ser así. Son contados con los dedos de una mano los que han logrado esquivar el implacable destino que marca la trayectoria artística de casi todos los creadores. Scorsese había logrado driblar ese nefasto estigma, pero al fin le ha atrapado la maldición: el gran director se ha imitado a sí mismo. No consta en los anales de la historia un solo caso de imitación que merezca elogio, porqué por definición, se contradice con el caracter esencialmente creador e innovador del arte.

Puede haber imitaciones remarcables, buenas películas que siguen un patrón, y que resultan estimulantes. No es este el caso, más allá de la gracia que pueda hallarse en muchas de las secuencias que encadena esta película (gracia que, haberla, hayla, porqué Scorsese tiene buen gusto y domina la cámara estética y narrativamente como un verdadero malabarista). Y es que vemos una película llena de tics descontrolados que terminan por alejarnos más y más de sus personajes para presentarnos a un verdadero esperpento, Es más una película para exhibir en un circo que no para ver en un cine, donde uno quiere que le cuenten una historia.

Si nos paramos un segundo, nos damos cuenta de que nada sabemos de sus protagonistas, y ello se amplifica y contagia a toda la película, ya que a partir de esa cojera, nos resultan terriblemente desdibujadas las relaciones entre unos y otros. ¿Cuál es verdaderamente el código moral del personaje de Di Caprio? ¿Cuál es la relación que tiene con su mujer? ¿Y la que tiene con su socio principal? ¿Hay alguien capaz de dar respuesta a esas preguntas, más allá de lo obvio o esquemático? Si es así, le rogaré a ese alguien que me mande un mensaje para aclararme qué es lo que me he perdido.

Scorsese, el grandísimo Scorsese (nunca dejará de serlo gracias una trayectoria que nos dejará un legado inmortal) no es capaz de hallar tiempo en el largo metraje de la película para explicarnos lo que ocurre dentro de estos seres atrapados por el exceso, con lo cual no hay espacio en la película para el verdadero drama, ese que mueve los resortes de toda historia humana. A ratos, Scorsese está más cerca de la parodia (de la autoparodia), que de otra cosa, y si en ese terreno pretendía caminar, me parece un esfuerzo desmedido para tan poco botín artístico. Esta vez, el gran director, dedica el poco tiempo de que dispone (el cine es síntesis) al impacto, a ofrecernos un retrato a gritos de una grandísima farra, de una gigantesca orgía. Es tan excesiva la orgía que a ratos pierde verosimilitud. Ese aspecto de la película se sostiene en buena parte con la inestimable ayuda de anunciar que está basada en hechos reales. Y aún así, cuesta creer que alguien se pueda meter la cantidad de basura que estos tíos se meten en el cuerpo y no estar como un vegetal.

El tempo de "El lobo de Wall Street" es el tempo del antojo. Mueve la película el deseo, no el amor, valga esto como metáfora. Es una película caprichosa, llena de secuencias caprichosas cuya utilidad no va más allá de reiterar una y otra vez una situación excesiva. Ni siquiera la trama policial propone alguna situación de suspense. En "Casino" y "Uno de los nuestros" Scorsese lograba un cine preciso en ritmo e intensidad, siempre al hilo de sus criaturas, ajustando su tiempo y dando utilidad y propósito a cada centímetro de metraje. El espectáculo estaba verdaderamente en el drama, todo estaba a sus servicio. Aquí ocurre, lamentablemente, todo lo contrario. Este sucedaneo de "Casino", trasladado a Wall Street es, con todas sus impactantes escenas, con todos sus gritos, drogas y sexo una película que no altera el pulso, al menos el mío, porqué sin drama, realmente, no hay espectáculo.

Es una lástima que Scorsese haya caido, atrapado por la maldición. Era ya de los últimos directores de larga trayectoria que había logrado mantenerse fresco y estimulante, anticiparse. Ojalá no sea el síntoma de una enfermedad que lleve a la muerte artística de este gran cineasta, porque sus películas marcaban estilo, eran lecciones de dirección cinematográfica y puesta en escena (al servicio del drama, no del antojo), y, como "el nota", tranquilizaba saber que hay tipos como Martin haciendo cine por ahí. Cruzo los dedos para que deje de mostrarnos qué és lo que le pone caliente (que no nos interesa) y vuelva a hacer espectáculo.
Uma
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