Terminé de ver la serie completamente devastado. Con lágrimas en los ojos por multitud de razones, y con muchos sentimientos removidos, sin poder expresar muy bien lo que sentía. Quizás es esa nada terrible de la que Hannah habla, que todos sentimos, y que cada uno reacciona de una manera completamente distinta. Unos deciden seguir adelante, cada uno a su manera; pero cada uno con voz propia por lo vivido, en una vida en la que cada uno, y nadie más puede decidir cómo será su destino. Y hago hincapié en el cada uno. No hay reacciones correctas o incorrectas.

La perfección no existe. De hecho lo que consideramos perfecto o imperfecto, no es más que la suma de nuestras vivencias, nuestros logros, y nuestras propias decepciones y frustraciones. La balanza se encuentra en un perpetuo movimiento hasta el momento de la muerte. Ese es probablemente el único instante en el que se detiene. No lo sé. Coincido con varios en que la serie no es perfecta, pero son nuestras miradas personales, las que deciden dar valor o desacreditar lo que 13 Reasons Why decide mostrar. Lo que no se puede negar, es que existe un mensaje.

Es sin duda el momento que nos ha tocado vivir, el que nos hace sentir rabia e impotencia; el que nos hace amar o despreciar la serie. Muchos temen en decir lo que sienten, otros temen en decir que les ha gustado, pese a sus "imperfecciones" o momentos considerados imposibles por algunos. Otros lloramos, y no sabemos muy bien cómo calificarla. Y con calificación me refiero a la etiqueta que supone la nota. La que esta vez doy, no significa absolutamente nada.

Ella era frágil (o no). Un ser celestial para muchos, una zorra para otros. Lo que es evidente, es que nadie pertenece a nadie. Podemos influír para bien o para mal, pero ella fue muriendo desde el episodio 1. Ella no muere (más que físicamente) en el episodio 13. Somos cada uno los elegidos, en determinar el momento en el que Hannah muere. Somos los únicos responsables en llegar a nuestras propias conclusiones. Los verdaderamente capacitados para ponernos tristes, levantarnos cada día, dar un abrazo a alguien, decir lo mucho que amamos a otra persona; los únicos en reprimir en decir un 'te quiero', un 'te noto distinto', un '¿qué tal te encuentras hoy?' Es el menosprecio, el desprecio: el sentir que podemos mirar por encima de alguien, y hacer con él lo que queramos lo que nos degrada como especie. Es la decencia: y tener muy claro que todos somos iguales, lo que nos hace grandes como especie. Nadie levantará una mano a nadie. Nadie se atreverá a decir una palabra más que alta que otra a nadie.

Caminamos por el filo de la cuchilla. Morir hoy o no, es tan sólo una formalidad.

Y sí, me ha gustado.