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Voto de Fco Javier Rodríguez Barranco:
8
Drama Historia de un matrimonio (Ilona y Lauri) cuya relación y dignidad son puestas a prueba por los duros golpes de la vida. La pareja no suele correr riesgos y vive en un modesto apartamento de alquiler. Pero Ilona (Kati Outinen) pierde su empleo como camarera en el restaurante Dubrovnik, en Helsinki. Por si esto fuera poco, acaba enterándose de que Lauri (Kari Väänänen) ya hace un mes que ha sido despedido de su trabajo como conductor de tranvía. (FILMAFFINITY) [+]
31 de octubre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filme de Kaurismäki desarrolla el drama de un matrimonio, Ilona la mujer y Lauri el marido, que uno detrás de otro y en muy poco lapso de tiempo se van al paro, dentro de una de las crisis económicas recurrentes en Europa, y lo primero que quiero destacar es que el realizador finés no se ceba en el drama de la situación, que es considerable, sino que intercala pasajes cómicos, o más bien mini-gags para aliviar la dureza de lo narrado.

Puedo explicitar dos de esos momentos, que como suceden al principio de la película no arruino su final a nadie. El primero consiste en que dicho matrimonio sale de una película, muy indignado el marido y exige a la taquillera que les devuelva su dinero, a lo que la joven responde que no han pagado nada al entrar.

El otro detalle que quiero mencionar es que acto seguido, en la escena que continúa, la mujer afea la marido que haya sido tan descortés con la taquillera, a lo que éste contesta:

—Así se entera.
—Pero si es tu hermana.
—Peor para ella.

Humor finlandés, como puede comprobarse, así como el motivo de por qué no habían pagado al entrar.

Un tercer momento, al que no me resisto, y es que en el momento de cerrar el restaurante donde Ilona trabaja de mâitre, la propietaria, una mujer que desde luego no se halla en su primera juventud, se lamenta por la nostalgia de los 39 años dedicados a ese negocio, a lo que la mujer de Lauri contesta con total hieratismo:

—Nuestros clientes son mayores y no pueden ya beber tanto.

No serán desde luego las únicas chispas de comicidad dentro de una temática tan crítica.

Y lo segundo que me gustaría destacar es la gigantesca metáfora sobre el paso del tiempo que constituye Nubes pasajeras, pues si el restaurante se cierra es porque su estética es manifiestamente años cincuenta, quizá sesenta, con pianista que canta en vivo, o banda de música en directo. En vez de eso, los tiempos modernos exigen fast food de salchichas. Y si Lauri, orgulloso conductor de tranvías, se queda sin trabajo es porque la sociedad demanda otro tipo de transporte.

A partir de ahí, el progresivo descenso en la ambición laboral por un nuevo puesto es la plasmación del declive personal que impone ese ligero desajuste al que denominamos tiempo, algo que desde el afamado TEMPVS FUGIT, y su consecuencia natural CARPE DIEM, ha venido inquietando al ser humano desde los mismísimos orígenes de la especie.

Conocida es la metáfora del río de Heráclito, así como las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, donde el río vuelve a ser la imagen de la decadencia. Estamos hechos de tiempo, afirmaba Borges, y es evidente que Kaurismäki ha querido incorporar su particular visión a un tema tan universal. Quizá el alma racional sea lo único que pueda durar eternamente, si nos ajustamos a la psicología platónica.
Fco Javier Rodríguez Barranco
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