Película dirigida por Lynne Ramsay con Joaquin Phoenix como principal protagonista, un veterano de guerra atormentado por una infancia durante la cual sufrió el abuso por parte del padre. Lo definitorio de estas formas de maltrato físico, representadas por la tortura y la violación, lo constituye no el dolor corporal, sino el emparejamiento de este dolor con el fenómeno psíquico de sentirse indefenso frente a la voluntad de otro sujeto, hasta el punto de estar privado de todo sentido de la realidad. Todo atentado contra la integridad física destruye el principio de confianza en el mundo. Jean Améry, desde su experiencia de víctima, definía este principio como la certeza de que nadie tocará mi cuerpo si no es de la manera, en el momento y el lugar que yo permita y que en caso de ser agredido se me permita defenderme o recibir ayuda de terceros. A través de la experiencia de este tipo de maltrato, la persona es privada de esa forma de reconocimiento que se expresa en el respeto incondicional al control autónomo sobre el propio cuerpo, una forma de respeto adquirida a través de la experiencia emocional del proceso de socialización. Una sociedad que no asegura la aplicación de este principio favorece la tendencia hacia la injusticia, el caos, la alienación y la desconfianza en las autoridades electas conduciendo a una acción política desesperada. El personaje se convierte en un justiciero por cuenta propia, solitario y asesino como el Travis de Taxi driver, liberador de niños apresados en la explotación sexual. Boszormenyi-Nagy afirmaba que los individuos que no han aprendido qué es el sentido de la justicia dentro de las relaciones de su familia, suelen desarrollar un criterio distorsionado de la justicia social. Una historia personal terrible deja a la sociedad endeudada con la víctima para una respuesta reparativa requerida, pero no puede ser el permiso para la aplicación de la justicia propia que solo haría incrementar la infamia por su arbitrariedad.