Película inteligente y divertida dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn. Cine argentino de calidad que nos invita a pensar y contemplar nuestro mundo con ironía, riéndonos de lo que nos importa, y con la distancia protectora que da cierto cinismo para hablar seriamente de lo que nos importa un carajo. El descenso del ilustre ciudadano a sus orígenes en la Argentina profunda muestra que en cualquier lugar del mundo las sociedades cerradas y primarias son igual de reaccionarias, demenciadas y violentas: La jauría humana, Matar un ruiseñor o Easy rider me viene a la mente. Pero el dramatismo se corrige por el salto a otro plano de reflexión: la obra de arte y su relación con la experiencia. Los ciudadanos de Salas, para bien o para mal, se ven reflejados en la obra de Montovani y postulan su derecho a la porción de gloria que les pertenece o que les ha sido arrebatada por el autor. Obra y biografía tienen poco que ver. El escritor siempre cae en realizar una novela neurótica de su origen y experiencias. George D. Painter en su profundo análisis de los paralelismo entre En busca del tiempo perdido y su documentación sobre la vida de Proust muestra que cada personaje de la obra puede ser la fusión de numerosos encuentros de la vida real del escritor y cada uno es más expresión del autor que de sí mismos: bajo la máscara del artista se halla la secreta vida interior en la que se basa su obra. Un libro solamente es una antesala para la vida que discurre necesariamente por otros senderos distintos de la literatura.