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Voto de Sines Crúpulos:
7
Thriller Graham Marshall, un publicista que nunca ha conocido el fracaso, queda relegado a un segundo plano cuando su empresa se informatiza. Confundido y frenético, arroja a las vías del metro a un mendigo que le molesta. Como la policía considera el hecho como un suicidio, Graham se convence de que el único camino para conseguir el éxito es el crimen. (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2008
46 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pisoteo, la avaricia, el ansia de poder, la humillación, la cuchillada trapera, la envidia cochina... todos estos aspectos laten bajo el argumento, por estúpido que sea, de cualquier película ambientada entre los despachos de un edificio de cristal.

La jornada laboral de la empresa constituye el paradigma la sociedad, y en consecuencia, se retratan en él los aspectos más extremos de la condición humana, al estar esta especie sometida a la presión de actuar sin reflexionar frente a situaciones de emergencia, en relaciones que en principio son profesionales, pero aterrizan casi siempre en lo personal.

Así, cualquier peliculilla del tres al cuarto cuya trama transcurra por los pasillos de una oficina, se hincha de carácter y personalidad, enriqueciéndose con una profundidad inesperada y cargándose de metáforas nacidas de la espontaneidad. Tal es la fuerza genética del espejo y el hormigón. Y así, una trama condenada al fracaso se torna interesante si haces que dos de sus personajes compartan ascensor.

Si además, tras una persiana, se dibuja a rayas y sombras la silueta de Michael Caine, y por las lamas entreabiertas asoman sus ojos escupiendo rabia al ser que sonríe cuando le dan fuego, automáticamente la película se hace buena. Y punto pelota.

Viva la madre que parió al tío que dobla a Michael Caine.
Sines Crúpulos
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