Comienza la película con la escena final, desde la cual un jóven Buscapé nos cuenta la historia que ha recorrido, desde los años 60 hasta el principio de los 80 en una favela curiosamente llamada "Ciudad de Dios".

Y es que bajo el nombre de este lugar al que le corresponde cierto sentido feélico, se oculta un mundo de pobredumbre, contrabando, corrupción, violencia, criminalidad, bandalismo y lucha por la supervivencia, mal llevada por unos niños (porque eso es lo que son) que como casi siempre suele pasar sólo hacen lo que aprenden de la sociedad, que en este caso, se convierte en una guerra entre los diferentes principales camellos de la ciudad, con todo lo que ello conlleva.

Todo esto, mezclado con una buena trama, un poquito de chispa y un poco de romanticismo, contado sin contemplaciones y con una sinceridad que abruma, forman un cocktail perfecto del que sacamos en conclusión que no hace falta que una película contenga millones de dólares en efectos especiales para ser muy buena.

Destacar el trabajo de todos los jóvenes actores que nos muestran un mundo que no estamos acostumbrados a ver, pero que está ahí.

Y lo peor de todo es que está basado en hechos reales.

Para mí un 10 sin pensármelo dos veces, me ha encantado y he pasado un rato estupendo.