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Comedia
Elwood P. Dowd (James Stewart) es un hombre afable, cariñoso y siempre dispuesto a ayudar a los demás. Su único problema es que va a todas partes acompañado por un imaginario conejo gigante al que llama Harvey. La familia de Elwood no sabe qué hacer y opta por llevarlo a un psiquiátrico. (FILMAFFINITY)
1 de junio de 2007
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Henry Koster nos presenta esta fantasía en clave de comedia, sin pretensiones, para mayor gloria de su protagonista, un inconmensurable aunque comedido James Stewart en uno de esos papeles diseñados para «regalarse» un Oscar (si no se lo hubiera robado José Ferrer por su dramática «Cyrano de Bergerac»).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Elwood P. Dowd es un agradable y afectivo hombre con cerebro, personalidad y amigos que podría haberse creado una situación en la Sociedad (con ese mayúscula) si no fuera por su querencia al Martini y a un único propósito en la vida: el de sentirse reconfortado por gozar de la compañía de todo aquel que quiera compartir con él y su amigo Harvey sus esperanzas, sus desengaños, sus amores y sus odios mientras toman una copa.
Frente a él, una hermana (entrañable Josephine Hull oscarizada por este papel) que quiere encerrarlo porque su «loco» hermano tiene la mala costumbre de estropear, con su fantasiosa presencia, todas sus recepciones con la alta sociedad; una sobrina empecinada en encontrar (al parecer, bajo ningún criterio) un hombre que le quiera; y un grupo de psiquiatras (que no médicos) capaces de encerrar a cualquiera que se cruce en su camino descubrirán cuán difícil es diferir entre la (entrañable y bondadosa) locura y su (responsable y rutinaria) sensatez. Porque ¿y qué importa si Harvey es un conejo invisible de dos metros?
Frente a él, una hermana (entrañable Josephine Hull oscarizada por este papel) que quiere encerrarlo porque su «loco» hermano tiene la mala costumbre de estropear, con su fantasiosa presencia, todas sus recepciones con la alta sociedad; una sobrina empecinada en encontrar (al parecer, bajo ningún criterio) un hombre que le quiera; y un grupo de psiquiatras (que no médicos) capaces de encerrar a cualquiera que se cruce en su camino descubrirán cuán difícil es diferir entre la (entrañable y bondadosa) locura y su (responsable y rutinaria) sensatez. Porque ¿y qué importa si Harvey es un conejo invisible de dos metros?