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España España · Albacete
Voto de Martini:
8
Comedia. Drama Jojo "Rabbit" Betzler (Roman Griffin Davis) es un solitario niño alemán perteneciente a las Juventudes Hitlerianas que ve su mundo puesto patas arriba cuando descubre que su joven madre Rosie (Scarlett Johansson) esconde en su ático a una niña judía (Thomasin McKenzie). Con la única ayuda de su mejor amigo imaginario, el mismísimo Adolf Hitler (Taika Waititi), Jojo deberá afrontar su ciego nacionalismo con las contradicciones de una guerra absurda. (FILMAFFINITY) [+]
30 de enero de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
JoJo Rabbit es un filme que fluye como un jazz. Empieza con unos acordes que llevan a tu mente a imaginarse una película totalmente diferente de lo que termina siendo. Es anarquía; es la ridiculización de la guerra, del fanatismo y de los nacionalismos. Lo hace de una manera que se podría considerar inocente, pero acaba siendo una crítica con puntos muy sutiles, que tiene muy claro lo que quiere decir y eso es algo difícil de lograr. Es fácil ser explícito y tirarnos los chistes a la cara, pero aquí se busca algo distinto.

Más complicado es encontrar un tono novedoso en una película de la Segunda Guerra Mundial, posiblemente el manantial inagotable del que ha bebido el cine bélico desde siempre, pero que al igual que el petróleo, comienza a dar síntomas de agotamiento.

Es la niña judía la que marca la evolución de la película. Una evolución que afecta a todos los personajes, desde la madre de JoJo hasta al Hitler imaginario que es coprotagonista de la cinta, pasando por nuestro pequeño protagonista, por supuesto. Son estos encuentros entre los dos niños los que hacen que la trama avance, y que por el camino nos demos cuenta de lo ridículo que es la discriminación indiscriminada, el daño que se puede causar y que el fanatismo ciego solo lleva al dolor y a la pérdida total de la razón.

Otra cosa que me ha encantado es lo bien dibujados que están los personajes. La madre, que con apenas cuatro escenas, consigue entrar en tu corazón. El jefe de las juventudes Hitlerianas, un papel que le viene como anillo al dedo a ese actorazo que es Sam Rockwell, que logra embaucarnos y que nos divirtamos con él pese a la gravedad de su tarea de formación de mininazis.

Porque la película es eso. La película cumple el objetivo que se propone. Nos hace reír con algo tan grave como el período nazi alemán también nos conmueve; y eso es mucho más de lo que se podría esperar. Los cambios de tono no son injustificados o lacrimógenos. Tienen su significado y eso la convierten en un producto diferente, algo que se agradece, en un tema más explotado que las minas de carbón del Congo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martini
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