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España España · Madrid
Voto de Alvaro:
8
7,7
49.304
Animación. Fantástico. Infantil En los años 50, una familia japonesa se traslada al campo. Las dos hijas, Satsuki y Mei, entablan amistad con Totoro, un espíritu del bosque. El padre es un profesor universitario que estimula la imaginación de sus hijas relatándoles fábulas e historias mágicas sobre duendes, fantasmas y espíritus protectores de los hogares, mientras la madre se encuentra enferma en el hospital. (FILMAFFINITY)
1 de agosto de 2007
40 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Mi vecino Totoro' es todo un clásico del estudio de animación más laureado de Japón ('El viaje de Chihiro', 'La princesa Mononoke', 'El castillo ambulante', etc.). Ambientada en los años 50 (aunque eso es lo de menos, ya que no tiene trascendencia en la historia) en el ambiente rural se nos narra básica y sencillamente el espíritu infantil. Mei y Satsuki son dos niñas pequeñas que se mudan a una casa de campo con su padre, mientras su madre está enferma en el hospital. El entusiasmo con que se nos retrata a esta familia es contagioso, y en los minutos iniciales podemos disfrutar y casi sentir la vivacidad de las niñas. Hayao Miyazaki transmite como nadie sensaciones y en este film logra plasmar con brillante sencillez una historia que prácticamente no tiene trama hasta mitad del metraje, lo cual no deja de ser curioso.
Y la trama precisamente es cuando la más pequeña, Mei, se pierde en el bosque al perseguir a un pequeño Totoro... ¿y qué carajo es un Totoro? Pues unos adorables espíritus del bosque que solo ven los niños. Y no, esta no es una típica almibarada película, es todo un ensayo sobre la infancia y el niño interior que llevamos dentro los adultos. Es una película tan sencilla como subyacentemente compleja y cautivadora, de animación impecable (es de 1988) y un claro precedente de 'El viaje de Chihiro' que realizó Miyazaki 13 años después. Imprescindible, aunque no lo mejor del siempre genial Studio Ghibli.
Entre las curiosidades que encierra esta película, cabe destacar que fue la salvación económica de Ghibli, ya no solo por su éxito, sino por el innumerable merchandising que generó. Raro es el japonés que no tiene un peluche de Totoro o del increíble Gato-bus. Todo un mito de la cinematografía nipona, para todo tipo de público.
Alvaro
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