Antes de la crítica propiamente dicha, tengo que hacer un mea culpa: en mi crítica de LA PASION DE CRISTO, escribí "cino" en vez de "sino", horror de ortografía que hasta los altos mandos de este sitio pasaron por alto. Si alguien lo notó aparte de mí, aún no me lo hizo saber. Podría haber borrado la crítica y reescribirla con esa mínima corrección, pero ya que los correctores no se dieron cuenta, he pensado que tal vez mis críticas no le caigan bien a algún usuario y en ese caso sería un pecado mortal privarlo del enorme y malvado pero en el fondo inocente placer de achurarme verbalmente o por escrito a causa de tal desliz. Ahora sí, a lo que nos ha traído aquí: la crítica de esta película, esperando no cometer otra bestialidad. Sin resultarme fascinante, Hulk, el personaje, siempre me enterneció a pesar del discutible tratamiento que se le dio en todos sus formatos, siendo mi preferido el de la serie de TV protagonizada por Bill Bixby y Lou Ferrigno, pese a que poco tuviera que ver con el original de la historieta. Hulk es un armatoste tosco y bruto como él solo, que lo único que desea es que lo dejen en paz, gran ambición si las hay. ¿Quién alguna vez no ha sentido que en su interior se volvía grandote y verde y con ganas de romper todo lo que se pusiera a su alcance, por motivos similares? Cuando hace unos años se vieron los avances de la película de Lee, supe inmediatamente que no era para mí. Esta que nos ocupa representa un notorio repunte de nivel. Para empezar, a nivel técnico. Los movimientos que le habían dado a la criatura computarizada del filme de Lee hasta resultaban chistosos por instantes. Eso no ocurre en esta versión. Pero además, éste tiene más, creo yo, del personaje original, ése que conmovía aunque fuera todo un destrozón, No es que aquí sea sutil precisamente, ¿no?, pero se gana las simpatías del público. Banner, a su vez, nos recuerda al de la vieja serie antes aludida, el que tenía que peregrinar errante de un lugar a otro, siempre buscando sin cesar una cura que lo librara para siempre de su metamorfosis y huyendo, prácticamente, de ese otro yo incontrolable. Y está Liv Tyler en el mismo rol que antes ocupara Jenniffer Connelly y que, creo, le cuadra mejor que a esta última. El desenlace ofrece algunas desmesuras en el consabido combate final de este tipo de películas, los cuales la deslucen un tanto, pero el resto es de buen nivel. Para pasar el rato simplemente, tampoco le pidamos peras al olmo, pero un filme que cumple en lo suyo.