¿Como es posible que la mezcla de Tomas Alfredson, Jo Nesbø y Michael Fassbender solamente de para el telefilm de sobremesa que es “El muñeco de nieve”?... ¡De verdad!... Bueno, les seré completamente sincero, hay telefilms de sobremesa que, sin esos tres potentes ingredientes, resultan mucho más interesantes que esta película. Con lo cual solo les queda admitir una cosa, algo han hecho mal.
“El muñeco de nieve” es un soso, típico y tópico thriller de dos horas que intenta beneficiarse, malamente, de los rescoldos del éxito del Nordic Noir. Y esto resulta aun más irritante cuando descubres, perplejo, que esos ciento veinte minutos solo han servido como barata excusa para encubrir que, al final, el asesino es el mayordomo. Y si aun durante ese metraje hubiese habido tensión o misterio, pues vale, pero es que ni esos clásicos elementos se han atrevido a hacer acto de presencia en el despropósito que es “El muñeco de nieve”.
Me paro a pensar y me doy cuenta, horrorizado, de una cosa tan dolorosa como cierta, en este último trabajo del realizador sueco Tomas Alfredson no hay nada positivo a lo que aferrarse. ¿Qué ha sido del Tomas Alfredson de “Dejame entrar” (2008)?... Incluso diré más, ¿qué ha sido del Tomas Alfredson de “El topo” (2011)?... Y eso que esta última cinta me dejo más bien frio. Narrativamente “El muñeco de nieve” es plana como ella sola, ni los supuestos giros argumentales funcionan. Argumentalmente han debido de ponerse a adaptar la novela más floja de Jo Nesbø, o esa es la fea impresión que da “El muñeco de nieve”; honestamente es que no me quedan ni ganas de leerme la novela, flaco favor el que le hace. La historia da la sensación de ser un mar de personajes estereotipados y sin utilidad, habitando situaciones estereotipadas y sin utilidad. Y lo anterior se resume a la perfección en el personaje de J.K. Simmons, es como una señal de stop en el desierto, no sirve para nada, solo ocupa espacio. La excusa del trasfondo realista, con los JJOO de invierno como mástil, hubiese funcionado si el resto de elementos hubiesen funcionado, pero como no es el caso ese trasfondo realista se echa a perder. Y visualmente “El muñeco de nieve” es muy corriente e impersonal, aunque al final es el menor de los males.
En definitiva, “El muñeco de nieve” es el clásico telefilm de sobremesa barato que nos tragamos con la excusa de La fiesta del cine, pero que de otra forma no nos tragaríamos. Vamos, lo que sucedió hace justamente un año con “La chica del tren” (Tate Taylor, 2016).