Millán Salcedo, las Supremas de Móstoles, Antonio Hidalgo, Victoria Abril… Viendo "Nacida para ganar" se ha abierto una inesperada brecha espacio temporal que me ha hecho retornar a esa época catódica en la que la televisión generaba rutilantes iconos y no grotescas pesadillas, como hace ahora.
Cinco años después de su debut en el largo, Vicente Villanueva vuelve con "Nacida para ganar". Una película con la crisis económica de fondo que pasaría a ser una comedia más del montón si no fuera por tres motivos: Alexandra Jiménez —una de mis debilidades en lo que a intérpretes de comedia se refiere—, Cristina Castaño —otra que cada vez me encanta más—, y mi pasado como comercial barra miembro de una secta que me chupaba sangre, tiempo y dinero.
Esas tres cosillas harán que recuerde con relativo aprecio una comedia de personajes atrevidos y estrambóticos pero aquejada de un guion poco elaborado. Tan poco que al inicio del tercer acto se le nota muchísimo a la historia el cambio de eléctrico a gasolina. La dramedia sobre esa generación en perpetua crisis que busca encontrar su lugar en el mundo en mitad de otra crisis, parece ser que no les llevaba a ninguna parte y, por arte de magia, cambian de sopetón a una especie de thriller cómico de tendencia slasptick que, no solo funciona poco y mal, sino que estropea lo que sí funcionaba. Es tras ese cambio de registro cuando "Nacida para ganar" más me chirría.
En fin, mi cerebro me recomienda que deje "Nacida para ganar" en el suficiente raspado al tiempo que mi corazón insta a ponerle un bien. Y como soy bastante racional, pueden imaginar a quien hago caso.