Esta primera película de la saga cutre de los tiburones... no es que sea gran cosa. Pero tampoco es tan, tan mala como se dice (de momento).

Por lo pronto, asistimos a unos movimientos de cámara patéticos, como si tuvieran un tic nervioso. Y eso sin contar las gotas de agua que se van derramando por la pantalla. Por otra parte, la inserción de los tiburones en las imágenes es bastante chapucera y parecen sacados de un videojuego de primeros de siglo.

El protagonista recuerda físicamente UN POCO a Chris Pratt. Le acompaña su familia a la que le cae mal (padre divorciado) y la típica tía buenorra. No lo hacen mal en sus interpretaciones y se acompañan de un humor negro que posiblemente sea el elemento que más triunfa en estas películas. Aunque tampoco esté demasiado extendido.

La historia es tan simple como estrambótica, ofreciendo un entretenimiento intermitente y de forma que la hora y media se hace bastante larga. Aunque el guión nos deja algunas perlas inolvidables.