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Voto de GonzaloyGracias:
7
Thriller. Drama Francisco Paesa (Eduard Fernández), ex agente secreto del gobierno español, responsable de la operación contra ETA más importante de la historia, se ve envuelto en un caso de extorsión en plena crisis de los GAL y tiene que huir del país. Cuando regresa años después está arruinado. En tales circunstancias, recibe la visita de Luis Roldán (Carlos Santos), ex Director General de la Guardia Civil, y de su mujer Nieves Fernández Puerto ... [+]
18 de octubre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre de las mil caras de Alberto Rodríguez (Grupo 7, La isla mínima), puede ser la película inaugural de un nuevo género en el cine español: el thriller político de espías. Se podrá objetar que el thriller español como tal, en su subgénero policial, ha dado algunas buenas películas, o que el cine político ha sido un género frecuentado en abundancia y poco acierto, en general, en el pasado, pero el cine de espías… Alberto Rodríguez ha encontrado la fórmula para fundir los tres. Por una lado continúa haciendo un repaso desmitificador de la Transición -de su versión rosa-, iniciada en Grupo 7, y por otra parte da a sus historias “políticas” un ritmo propio de los géneros policial y de espías. Y si el género policial o negro tiene una tradición en el cine español, el género de espías o antiespías -¿qué es Paesa?- es inédito. No estamos ante un héroe del tipo de las novelas de John Le Carré -aparte de la complejidad patológica de nuestro “espía”-, pero sí ante un cínico que nos produce simpatía y que cuyo arquetipo ya retrató Joseph L. Mankiewicz en Operación Cicerón (con James Mason).
La rocambolesca historia de Paesa y de Roldán -y de algunos otros- estará en el recuerdo de los lectores: Roldán, el director de la Guardia Civil que robó unos 1.700 millones de pesetas gracias a comisiones ilegales y a la “apropiación” de fondos reservados; Paesa, un sinvergüenza internacional con aires de James Bond, traficante de armas y de dinero “negro”... Alberto Rodríguez se ha propuesto, como hace el cine estadounidense habitualmente, repasar nuestra historia reciente y hacer un oportuno ajuste de cuentas. “Eran los tiempos en que viajar en avión no era como viajar en autobús…” Así empieza la película, para contarnos una historia de pícaros y corruptos, de gente que se justificaba, como hoy, con el argumento de que robaban todos.
Un guion de relojería y una dirección vibrante que usa el ritmo del género -no lo olvidemos- para hacer una autopsia de un país y un momento histórico. Todo cuadra, pues es ley de género, pero a la vez la distancia le permite ahondar en la complejidad de las motivaciones de los personajes, en sus fragilidades y psicopatologías.
Eduard Fernández es Paesa (pero Paesa no es Eduard Fernández, suponemos). El actor se ha apropiado del personaje y lo supera seguramente. Carlos Santos compone un Roldán a la vez chulesco y frágil, y decididamente incauto. Marta Etura, como la esposa de Roldán, es una mujer fuerte y leal (¡!) a su corrupto y cobarde marido… José Coronado es José Coronado.
Casi dos horas de cine que mantienen al espectador sin respiro, y sin dificultad para seguir la trama… El cine estaba lleno. Un hecho insólito. Alberto Rodríguez ha encontrado además la fórmula para conectar con el público. Un genio, ¿no?
GonzaloyGracias
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