He leído tanto en algunas publicaciones dedicadas al cine como en algunas críticas que con esta película no hay términos medios: o la aprecias o la detestas. Pues yo pertenezco a la última clase.
El último film de Lee Daniels no se sabe muy bien a qué género pertenece: no se sabe si es una intriga judicial, si es un thriller erótico, si prefiere ser un drama racial, una reflexión sobre la pena de muerte o una película de investigación de crímenes. Pues no es nada de esto, aunque todas estas temáticas aparezcan en el momento en el film. Como intriga judicial le falta fuelle porque la abandona muy pronto sin razón aparente, el drama racial sólo araña la superficie, de la pena de muerte se dicen dos frases en toda la película y la investigación pasa a un segundo plano y como thriller erótico… sólo hay un par de escenas subidas de tono y más que eróticas son desagradables. Ésa es la principal característica de la película: que es innecesariamente repugnante y demasiado sórdida llegando incluso a ser difícil de soportar. Tiene difícil explicación que el director se recree en unos ambientes de inmundicia humana que aportan poco, por no decir nada, al desarrollo de la temática de la cinta y parece que lo único que quiere el director es provocar al espectador pero a base de zafiedad y vulgaridad. Luego, la película va por unos derroteros en los que hay un montón de escenas que no aportan nada* y líneas argumentales que desaparecen o pasan a un segundo plano sin saber muy bien por qué**. Ahora sí, parece que Lee Daniels está más preocupado por mostrarnos a Zac Effron en ropa interior y enseñando su musculado torso. De eso nos hemos hartado.
En definitiva, un film muy decepcionante.