¿Para qué cambiar lo que ya funciona? El realizador -y ex especialista en secuencias de riesgo- David Leitch ('John Wick', 'Atómica') no solo conserva el desenfadado sentido de la coña inherente a Ryan Reynolds o el propio comic original, sino que lo redobla y lo lleva hasta límites que... emmm.... no, no, nada de esto es cierto. Os estoy mintiendo. Lo que aquí tenemos, en realidad, es algo no tan parecido a un guión de verdad como a una retahíla constante de gags ya no tan corrosivos donde abundan la parodia, los guiños, las pullas e idénticas mofas a los universos superheroicos -de Warner, Disney y Fox-, e incluso al propio Reynolds. Sólo en su recta final, el argumento (es un decir) deja que David Leitch muestre chispazos de aquello que más lo desmarca de su predecesor: la habilidad para mostrar una acción todavía más desatada y un ostensible incremento de la fantasmada visual, visiblemente beneficiada por la confianza financiera que la Fox, ya al borde de su absorción por Disney, deposita en su más valioso juguete de las subfranquicias mutantes. Lástima que tanto despilfarro, en menos peleas y más persecuciones, se vea descompensado por la inexistencia, no ya de un clímax final comparable al de la primera entrega, sino de un villano identificable. Por desgracia, ni el realizador de 'John Wick' y 'Atómica' parece siquiera interesado en recrearse con aquellos mismos largos y detallados planos de lucha propios del cine de acción de Hong Kong que poblaban sus anteriores trabajos tras la cámara, y esa es precisamente la mejor baza que habría podido tomar para agrandar una franquicia que él no inició. 'Deadpool 2' (2018, David Leitch) es menos de lo mismo, por así decirlo. Me he temido lo peor nada más ver cómo aquella pareja de outsiders de los bajos fondos que formaban Ryan Reynolds y Morena Baccarin se transforman ahora en dos tortolitos con jerseys de tweed que parecen escapados de una publi de Gas Natural. Me atrevería a decir que Wade Wilson se ha convertido en una nenaza sentimental que titubea (y habla) demasiado antes de matar a sus enemigos. Por no hablar de cómo el factor sorpresa se ha esfumado a mayor velocidad de lo que tardan en crecerle a Wilson unas nuevas piernas.
Habrá que ver qué futuro les espera (si es que tienen alguno) a partir de este momento al antihéroe encapuchado y los matarifes descerebrados de la Fuerza-X. ¿Se integrarán en el Marvel Cinematic Universe? ¿Resucitará Marvel el sello cinematográfico Marvel Knights para darles vidilla a estos individuos y tratar de hacer algo distinto? Ojalá Bob Iger no la acabe cagando todavía más de lo que ya lo ha hecho esta desaborida secuela.