*Problemática en la narración

Y es en este punto donde comienzan los fuertes problemas que tiene el documental y entra en lid con el título que lo nombra. Al emplear el nombre previo al acceso al papado y añadir el epíteto de «La Investigación» la obra da a entender un producto que nos va a indagar sobre diferentes aspectos y claroscuros de su vida. Y más en un personaje tan complejo e interesante del final del siglo XX.

Pero la ejecución acaba siendo una hagiografía en formato audiovisual donde se exalta la figura de Juan Pablo II hasta límites insospechados y absurdos. Será que el humilde redactor de este artículo es una pobre oveja descarriada de la educación católica que ha acabado siendo un ateo marxista. Pero el principal problema es la ausencia de grises en el documental y la devoción sectaria que muestran los entrevistados.

Hay puntos en los que no puedo considerarlo como algo serio al hablar de espíritus malignos y que el Mal temía al Santo Padre. También me parece terrible y de un maniqueísmo absurdo y ramplón que se identifique al bloque comunista como el mal. Nuevamente es hacer un análisis escueto y vacío de contenidos para lo contrario. En vez de hacer un análisis de sus errores y aciertos para poder aprender de ellos de cara al futuro.

*Misticismo y carencia de sentido crítico

Wojtyla La investigación se centra demasiado en la vertiente mística ya citada en la lucha contra las fuerzas del mal así como en la intersección de Juan Pablo II, tanto como cuando era Pontífice que ahora ya canonizado, interviniendo y realizando supuestos milagros.

Imagino que quien sea católico practicante tendrá en esta obra un gozoso documental a la hora de transmitir la exaltación mística y la devoción que se le profesa a San Juan Pablo II. Este humilde redactor encuentra en el documental un tedio rozando el bochorno. Lo único salvable son las imágenes de archivo que se rescatan.

*Conclusión

Para cerrar Wojtyla La investigación, se dejan aspectos importantes del papado de Juan Pablo II como su mediación entre Chile y Argentina en los 80. Con esto evitó que estallara la guerra entre las dictaduras militares de ambos países. Resulta flagrante también la omisión de su episodio con el Arzobispo de El Salvador. Óscar Arnulfo Romero, también santo, pidió ayuda a Juan Pablo II. En esos momentos El Salvador y gran parte de América Central, vivían bajo horribles dictaduras militares. Cuando el arzobispo denunció ante el papa, las violaciones de los derechos humanos, Juan Pablo II al igual que Pilatos se lavó las manos.

Escrito por Juan Carandell Rojo