La repentina explosión del final me sacó de la siesta que me estaba pegando, y aún así, resume de nuevo "Zabriskie Point": inventarse trucos para triplicar o cuadruplicar el metraje sin decir nada (nuevo). En este caso, ofrecernos la destrucción de la casa de diseño del desierto desde una docena de puntos de vista diferentes. Como si Antonioni estuviese haciendo un examen de geometría descriptiva o de perspectiva caballera con la idea de presentarse a la Escuela de Arquitortura.

Hay que ser un caradura redomado para meter la escena de la avioneta de "Con la muerte en sus talones" y no avergonzarse. Será que a los genios se les permite todo. Y más todavía para poner a Rod Taylor en los créditos como actor principal, cuando no aparece casi nada. Y, más todavía, para poner a Pink Floyd como autores principales de la banda sonora, cuando no realizaron sino tres canciones para esta especie de flipada desértica. Y nada del otro mundo, por cierto: Los temas country les dan mil vueltas.

Un tres le pongo, eso sí, porque me lo pasé pipa viendo el polvete de la hippypija con el perroflauta sobre el polvete del desierto. Si es que, al final, los antisistema lo que quieren es follar como todo el mundo y, como van tan necesitados, pues se lo hacen hasta con un Morador de las Arenas si pueden.