El francés Claude Miller no es un director que se prodigue en exceso. Tampoco es uno de los primeros nombres que vienen a la cabeza cuando hablamos del cine que nos llega del país vecino. Miller nunca ha sido de los que estrenan a bombo y platillo. Pero, cuando he visto películas de Miller, veo un director que se lo curra, no sólo porque se escriba también los guiones, sino por ser un narrador que se esfuerza por salirse de historias convencionales o trilladas. En alguno de esos momentos Miller, sin perder nunca de vista su postura crítica ante la sociedad, se rodeó de cierto halo de realizador escabroso, al tratar en sus películas temáticas que rozaban el morbo y la provocación (L’effrontée, La petite voleuse) Un director diferente. Sin llegar a esos extremos, Un secreto, la última película de Claude Miller, cuenta una historia con los elementos necesarios para hacer de ella una cinta más que interesante.

El secreto que encierra la película nos retrotrae a los años de la Segunda Guerra Mundial. A través de los ojos de un niño asistimos al descubrimiento de ese secreto que tiene que ver con su familia, judía y francesa, en una época más que convulsa. Miller utiliza flashbacks y saltos en el tiempo para desentrañar la historia, en la cual veremos al protagonista en distintas edades, adulto, niño y adolescente.

Una temática que puede resultar incómoda, por más que el paso del tiempo haya restañado viejas heridas, como es el trato recibido por los judíos en la Francia de la ocupación. Aquí Miller le da la vuelta de tuerca al tratar el tema desde otro punto de vista, al reflexionar sobre las posturas de los propios judíos franceses a la hora de encarar esos problemas. Por si ello fuera poco, Miller introduce un puñado de intrahistorias familiares, pasionales y sociales para completar un retrato muy acertado de la época.

El reparto, más conocido en Francia que por aquí, es espectacular. La ya realidad del cine francés, Cecile de France, Patrick Bruel, Julie Depardieu, Ludivine Sagnier, Mathieu Amalric… Por lo demás, hay hallazgos visuales recurrentes en la pantalla muy logrados, el uso del color y el blanco y negro está elegido de manera muy inteligente y la estética es muy cuidada, sin caer en el manierismo ni el acartonamiento, como suele ocurrir con otros acercamientos a esos tiempos.

Un acierto, esta variante en el cine de Miller. En otras ocasiones era la sensualidad y la figura de la mujer. Un secreto es un cine más amplio, igual de intenso, pero con otros componentes, que viene a demostrar que Miller es un buen olvidado del cine francés.