Era viernes, 12 de enero de 1996, la noche era fría en aquella extraña ciudad. Yo, como casi nunca, estaba acompañado. La comunicación no era muy fluida. ¡Qué mejor para mantener nuestra alienación que meternos en un cine! Proyectaban "Seven", era el estreno del día, parecía un thriller, pero no lo teníamos claro. Brad Pitt no le atraía a mi acompañante así que tuve que convencerla que ese tal Morgan Freeman era un actor excelente, ya tenía en su haber interpretaciones fabulosas en "Tiempos de gloria", "Paseando a Miss Daisy", "Sin perdón" y la extraordinaria "Cadena perpetua", que había sido para mi la película del año anterior. La convencí, no sin rascarme el bolsillo. Así que nos metimos en esa sala fría, oscura y nos adentramos en un mundo que nos cambiaría para siempre; "Seven" la he vuelto a ver varias veces, a ella nunca más.

Hoy me la he puesto en mi pantalla de 47 pulgadas en una copia HD. La he vuelto a disfrutar. Estaba convencido que le cambiaría la nota que le puse de 9 a un 10, pero no ha sido así. Son cuatro detallitos de guión los que me lo impiden, sobretodo por ese agente del FBI que analiza los libros que se lleva la gente con sus carnets de biblioteca. Nunca me gustó y me sigue chirriando. Pero John Doe es único, brillante, más allá del original de Gary Cooper.
Toda la película es mal sana. Siento una desagradable atracción hacía el asesino y a su justificación de lo que hace.
La rabia de Pitt es inmensa y también la comparto. Morgan Freeman será para siempre el mejor ponedor de voz en off de la historia del cine. Gwyneth Paltrow está impresionante, parece que es la niña bonita de la película y parece que todo el mundo se olvida de su interpretación, pocas veces, ni en el cine de Ingmar Bergman, he sentido la depresión como lo hace con su personaje. El encuentro en el la cafetería con Freeman: impresionante.

"Me quedaré por aquí".