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Voto de Ziryab:
7
5,9
27.390
Terror. Thriller
Seis años después de la violenta muerte de su marido, Amelia (Essie Davis) no se ha recuperado todavía, pero tiene que educar a Samuel (Noah Wiseman), su hijo de seis años, que vive aterrorizado por un monstruo que se le aparece en sueños y amenaza con matarlos. Cuando un inquietante libro de cuentos llamado “The Babadook” aparece en su casa, Samuel llega al convencimiento de que el Babadook es la criatura con la que ha estado soñando. ... [+]
20 de enero de 2015
121 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con lo trillados que están sus temas y la cantidad de películas malas que se hacen al año, resulta tarea difícil seguir encontrando cosas que refresquen el género del terror de manera satisfactoria y sin sentirse al final decepcionado. Pero de cuando en cuando afortunadamente surgen, haciendo que no perdamos la fe en el género. “Babadook” es la última sorpresa, pese a que el objeto de su discurso sea el más clásico de los terrores: las pesadillas nocturnas y los monstruos bajo la cama y en los armarios. Manido, ¿verdad? Pues esta película lo borda. Y no quiero sacar conclusiones prejuiciosas precipitadas y maniqueas, pero, mira por donde... ¡producto ajeno a la industria americana tenía que ser!
En primer lugar se agradece que su narración difiera de la de la clásica película de miedo con sustos de infarto desde los primeros diez minutos. Aquí hay más pausa. Menos prisa por dar sustos. Más interés por ir llevando al espectador al meollo del asunto paso a paso, dándole tiempo para pensar antes de asustarle, en lo que sin duda es un ejercicio perfecto de desarrollo del terror psicológico.
Se agradece infinitamente que no haya los manidos y fulleros golpes de sonido que te asustan por sí mismos. Es muy fácil asustar cuando todo está en silencio y te gritan “¡buh!”. Eso afortunadamente no existe aquí. Sí hay en cambio efectos de sonido, pero están asociados a lo que pasa en la pantalla. La música es muy discreta, tanto que apenas hay, pero surge de forma brillante cuando debe para reforzar la idea que quiere transmitir. Magnífico en este sentido el momento de la comisaría.
Y finalmente se agradece que, por una vez, no se trate al espectador como a un idiota y que, a cambio, se nos dejen claves y pistas por el camino para que vayamos recomponiendo la historia conforme se va desarrollando y encajemos las piezas al final. En este sentido, podría incluso entenderse que la película queda abierta a la interpretación del espectador y que encaja tanto para quien haga una lectura literal de lo que ha visto como para quien saque una lectura en clave, si bien pienso que podrá decepcionar al primero y que está más hecha para satisfacer al segundo, entre quienes me cuento. Aún así, para mí es demasiado evidente que sólo tiene una lectura. Continúo en el spoiler.
En primer lugar se agradece que su narración difiera de la de la clásica película de miedo con sustos de infarto desde los primeros diez minutos. Aquí hay más pausa. Menos prisa por dar sustos. Más interés por ir llevando al espectador al meollo del asunto paso a paso, dándole tiempo para pensar antes de asustarle, en lo que sin duda es un ejercicio perfecto de desarrollo del terror psicológico.
Se agradece infinitamente que no haya los manidos y fulleros golpes de sonido que te asustan por sí mismos. Es muy fácil asustar cuando todo está en silencio y te gritan “¡buh!”. Eso afortunadamente no existe aquí. Sí hay en cambio efectos de sonido, pero están asociados a lo que pasa en la pantalla. La música es muy discreta, tanto que apenas hay, pero surge de forma brillante cuando debe para reforzar la idea que quiere transmitir. Magnífico en este sentido el momento de la comisaría.
Y finalmente se agradece que, por una vez, no se trate al espectador como a un idiota y que, a cambio, se nos dejen claves y pistas por el camino para que vayamos recomponiendo la historia conforme se va desarrollando y encajemos las piezas al final. En este sentido, podría incluso entenderse que la película queda abierta a la interpretación del espectador y que encaja tanto para quien haga una lectura literal de lo que ha visto como para quien saque una lectura en clave, si bien pienso que podrá decepcionar al primero y que está más hecha para satisfacer al segundo, entre quienes me cuento. Aún así, para mí es demasiado evidente que sólo tiene una lectura. Continúo en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Yo lo tengo claro. Los fantasmas están dentro de uno mismo. Cuando se está convencido de eso, se les puede plantar batalla. En el fondo, la película no cuenta otra cosa que un trágico drama familiar que deviene en pesadilla. La mujer perdió al marido en accidente de tráfico cuando la trasladaba al hospital para dar a luz, lo que no sólo la hunde en una depresión crónica sino que marcará su relación con el hijo, culpabilizado inconscientemente de la tragedia y estigmatizado desde su nacimiento por la falta de cariño materno. Cada año, el cumpleaños del hijo coincide con el aniversario de la muerte del padre, lo que reverdece la depresión de la madre y la tensión hacia el hijo, al punto de no haber celebrado nunca su cumpleaños. El hijo, que ha crecido lleno de miedos e inseguridades por todo ello, descubre un día en el sótano de la casa un cuento de estética infantil pero con historia de terror en torno a un personaje siniestro llamado Babadook, que probablemente escribió su madre años atrás, tras el accidente y lastrada por su trauma, aunque eso ni el chiquillo lo sepa ni ella lo recuerde. En un momento de la película se nos da la pista para pensarlo así: se nos dice que la madre fue escritora de cuentos infantiles hasta que, según ella misma confiesa, ya no pudo seguir escribiendo (no explica el por qué, pero deducimos a posteriori que, tras el accidente, sólo le salían historias de terror -la de Babadouk, por ejemplo- inspiradas inconscientemente por su drama personal no superado). A partir de ahí asistimos al desarrollo de la psicosis de la madre, que, en su mente atormentada y estimulada por el consumo de somníferos, acabará convirtiendo a Babadook en un ser real. Y enloquece. Pero Babadook es no es otra cosa que sus propios fantasmas, su monstruo interior: su depresión derivada en esquizofrenia. Sólo cuando, en el momento clímax de la película, el hijo la acaricia y le dice que la quiere mientras ella le estrangula, saldrá del shock. Y entonces se enfrentará a Babadouk, esto es, a su demencia. Y le grita que no podrá con ella. Y se sobrepone a él... El monstruo no desaparecerá, pero aprenderá a dominarlo (eso representa la escena final del sótano, además de sugerir también su particular manera de normalizar la memoria del marido muerto con la visita natural al sótano donde guarda sus recuerdos).
Respecto al hijo, nunca llega a ver a Babadook. Sólo lo presiente. Y tiene pesadillas con él. Es lógico: se trata de un niño de siete años (“todos los niños tienen pesadillas” -le dice el médico) que, por más inri, ha crecido interiorizando las angustias de su madre. Blanco y en botella.
Tampoco los espectadores vemos objetivamente a Babadook, quiero decir: si lo vemos es sólo a través de los ojos de ella en planos más o menos subjetivos. Babadook, como monstruo externo, pues, no existe, y todo lo que parecen experiencias paranormales (las bombillas que estallan, las cucarachas, el agujero en la pared, los golpes en la puerta..., incluso la aparición del libro recompuesto y las levitaciones del hijo en la escalera) son producto de la imaginación enferma de la protagonista.
Respecto al hijo, nunca llega a ver a Babadook. Sólo lo presiente. Y tiene pesadillas con él. Es lógico: se trata de un niño de siete años (“todos los niños tienen pesadillas” -le dice el médico) que, por más inri, ha crecido interiorizando las angustias de su madre. Blanco y en botella.
Tampoco los espectadores vemos objetivamente a Babadook, quiero decir: si lo vemos es sólo a través de los ojos de ella en planos más o menos subjetivos. Babadook, como monstruo externo, pues, no existe, y todo lo que parecen experiencias paranormales (las bombillas que estallan, las cucarachas, el agujero en la pared, los golpes en la puerta..., incluso la aparición del libro recompuesto y las levitaciones del hijo en la escalera) son producto de la imaginación enferma de la protagonista.