Esta película es de 1959, una época que se me antoja complicada para los cineastas que se atrevían con la ciencia ficción, ya que adolecían de una enorme escasez de medios a la hora de plasmar de forma realista sus ideas.

La cinta rebosa nostalgia y amor al cine, está realizada con mimo y cuidado y, al ponerla en el adecuado contexto, resulta divertida y entrañable. El genial James Mason y sus compañeros de viaje impregnan la acción con un excepcional clasicismo, ¡Qué diferente era todo entonces! La manera de hablar y gesticular, las líneas de texto tan pulcras y educadas, la historia tan inocentemente contada… Da gusto ver una película en ese maravilloso color "by Deluxe" con un ritmo calmado que trae recuerdos de tantos visionados durante la infancia.

Ver a Pat Boone tan sumamente joven, y a Peter Ronson en su primer y único papel me sume en una embriagadora sensación de duda, en la que me pregunto si ellos existieron realmente, si de verdad es posible que hicieran esta película tanto tiempo antes de que yo naciera. De si de veras estuvieron allí, frente a las cámaras, en un lejano año 59, rodando, disfrutando y haciendo historia del cine para que, mucho tiempo después, yo pudiera disfrutar de su trabajo y a la vez vivir sueños e ilusiones que, para mi suerte, quedaron inmortalizadas en el celuloide.