No debe confundirse el sentido de “Piratas del Caribe” ni por sus detractores ni por sus defensores tal como percibo que se hace habitualmente.

Se trata de un producto palomitero de la factoría Jerry Bruckheimer –es decir, cierta calidad comercial- que pretende que padres, niños, adolescentes... acudan en masa a pasar un rato divertido al cine sin muchos otros compromisos intelectuales.

Superproducciones peores que esta me salen unas cuantas y a cualquier cinéfilo honrado también, no nos engañemos. El problema es que cierto público maduro sobre todo europeo no podemos desprendernos de nuestra carga cinematográfica o literaria y verla como si nada. No es posible. Hemos llegado tarde para estas cosas, pero estoy seguro que la hubiese disfrutado mucho con 12 años. Pero seguro.

Claro que igual que digo esto dirigido a los críticos, tengo otro mensaje a los fans. Es completamente demencial elevar esta película en un pedestal. Comprendo que Hollywood quisiera premiar a una película que deja limpios de pelo y paja más de 500 millones de dólares pero pregunto si para ello es necesario darle ¡cinco nominaciones! Bueno cierto que casi todas son en aspectos técnicos pero nominar la actuación de Johnny Depp –que es del todo cargante y una de las más flojitas de su carrera- es rizar el rizo en pro del marketing. Que hagan segundas, terceras o enésimas partes es también discutible, pero cuando el arte es ante todo negocio podemos comprenderlo pero eso no significa que tengamos que aceptar pulpo como animal de compañía.

A los que nos gustan las películas de barcos, nos quedamos desde luego ese año con “Master and Commander” y a los que no, les envidio, siguen siendo como niños.

Para terminar esta reflexión lo hago como decía el conejito de la Warner, muy en sintonía con la película: Esto es todo amigos.