Así como hay libros, esculturas, pinturas y hasta artículos filosóficos que uno no logra justificar como buenos por muy buena intención que tenga de defenderlos, hay películas en las que ocurre lo mismo; por ejemplo The Machine. No es una película que nos lleve a grandes cuestionamientos, ni tampoco un filme que nos lleve a quedarnos pegados a la silla porque nos logra enganchar de una manera eficaz y hasta aterradora. Sin embargo, hay que reconocer que tiene un par de ideas buenas. Lastimosamente, esas ideas están echadas a la apuesta en la primera media hora y luego la película ni se divierte retándonos ni se complace en tensar los hilos narrativos. Entonces es un filme conceptualmente bueno, como aquella pintura extraña o la escultura que nos hace pensar en el fin del arte. No hay mucho más. Ah, sí: la banda sonora es de primer nivel y la fotografía tiene un despliegue muy natural para el desarrollo de la trama. Ahora sí, no hay más.