La principal baza con la que James Cameron triunfa en su primera gran película es que consigue muy modestamente que una historia aparentemente insulsa llegue al espectador.

Y es que, con esa historia de ciencia ficción, Cameron construye un cómic macabro, con una siniestra atmósfera que aterroriza desde el primer minuto. Muchos han intentado aterrar al espectador con bestias gigantes, criaturas de otros mundos, etc. Algunos lo consiguieron, otros no. Cameron sí lo consigue porque aquí el terror es real. Es la historia de como el producto de lo que alguien ha creado se puede rebelar contra su progenitor en cualquier momento. Lo que ocurre en Terminator, podría pasar mañana y no sólo en el ámbito de las máquinas.

Pero esta película no sólo aterra. Es una cinta de acción increíblemente rodada, con una estética oscura, sucia y ténebre que es un elemento primordial de la cinta, como un personaje más. Cameron no tenía muchos medios, pero sabe como utilizarlos, como hacen los maestros.

Todos los personajes son adorables. Desde un Kyle Reese derrochando carisma (que pena que Michael Biehn se perdiera después) hasta una preciosa Linda Hamilton que aunque aquí la vemos como una chica recatada y muy modosa la evolución que emprenderá en la segunda parte será tremenda (siendo este uno de los puntos fuertes de la película). Arnold es Arnold. Su papel no le pide más de lo que hace. Él es Terminator. Él es la película.