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Estados Unidos Estados Unidos · Chicago
Voto de Donald Rumsfeld:
3
Serie de TV. Thriller. Intriga. Acción Serie de TV (2017-2021). 5 temporadas. Un misterioso personaje, que se hace llamar "El Profesor", planea el mayor de los atracos jamás ideado. Para llevar a cabo el ambicioso plan, recluta a una banda formada por personas con ciertas cualidades y algo en común: no tienen nada que perder. El objetivo es atracar la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, con la intención de quedarse encerrados dentro con una misión muy concreta: no robar ... [+]
29 de septiembre de 2018
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Casa de Papel intenta jugar en la misma liga que las grandes series contemporáneas: aspira a ser narrativamente tan compleja, sintética y uniforme como una película, a unas interpretaciones de primer nivel y a una puesta en escena que no eluda los desafíos técnicos. Precisamente son estas características las que actúan como una lente que amplifica las flaquezas del cine patrio.

Pensemos en las interpretaciones.

Si queremos ser justos, hemos de tener en cuenta que en Estados Unidos o Inglaterra son habituales los grupos de teatro y las escuelas de interpretación. Por eso son los mejores. Porque lo maman, lo practican y además tienen a los mejores maestros. Nada de eso sucede en España. De hecho, aquí se doblan las películas.
Los doblajes, salvo casos puntuales, implican tanto una deformación del sonido como una mutilación de las actuaciones. En este último caso, por la simple razón de que la gesticulación facial no se corresponde ni remotamente con el tono de voz. Con frecuencia, como los rostros van por un lado y las voces por otro, lo que debería ser drama se transforma en comedia.

Aún peor: el doblaje establece un peligroso nivel de referencia, pues hay quienes juzgan las interpretaciones sin tan siquiera haberse molestado en escucharlas. Y aunque obviamente el lenguaje verbal no lo es todo, desde la invención del cine sonoro, sí es jodidamente importante.

El resultado de este círculo vicioso es que en España se pueden hacer series (o películas) en las que ningún actor sobresalga, pocos den la talla y el resto no sepa ni vocalizar; y aún así recibir la ovación de crítica y público. Lo cual a su vez retroalimenta toda la cadena.

Seamos honestos: si el nivel de referencia es el de los infames doblajes, entonces las interpretaciones son cojonudas, porque al menos así la expresión y el tono de voz concuerdan; pero otro gallo cantaría si el nivel de referencia fuera el de Breaking Bad o el de Orange Is The New Black.

Por lo demás, es difícil hacer una buena película con buenos actores; y hacer una buena película con malos actores solo está al alcance de unos pocos; si es una serie, seguramente de nadie.

Especialmente cuando el guión es un cúmulo de despropósitos: ideas sin concluir, casualidades fatídicas, fallos de coherencia, agujeros, giros tramposos… La propia idea central es ridícula tanto en su planteamiento como en su desarrollo. Nada transpira veracidad, autenticidad o rigor.

El montaje es tan incoherente como el propio manejo de los tiempos: los actores se teletransportan, los días tienen 84 horas o no existen. Las escenas de acción no tienen ritmo ni verosimilitud: lamentables trombos a 45 km/h, tiroteos a bocajarro con menos tasa de mortalidad que el Equipo A, planos y velocidades simplemente cutres. Pretende ser muy grande y espectacular, pero en la práctica se sitúa entre el culebrón matinal y el telefilm siestero, con un diseño de producción y unos efectos especiales ya desfasados en el Hollywood de los 70. Su única bondad técnica es una iluminación algo más cuidada de lo habitual.

No he visto nunca una sola gran serie o película que pretendiera parecer lo que no podía ser y saliera airosa del envite. Por lo general, lo mejor del cine español (o italiano, o japonés, o…) ha sido el modo en que sus autores transcribían al lenguaje cinematográfico aquellas características culturales que les hacían diferentes: la idiosincrasia de los personajes y el uso de sus propios estereotipos, su Historia o circunstancias históricas, la manera en la que juegan con los códigos lingüísticos o en la que amoldan los cinematográficos a las peculiaridades de sus culturas, la forma en que se muestran determinadas situaciones y sus posibles respuestas. De hecho, lo más interesante de La Casa de Papel es justo eso y no el traje de Hollywood made in Leganes con el que se pretende disfrazar.

En el fondo la serie no es más que un ajuste de cuentas y la coartada económica no es más que una fantasía para dejarnos satisfechos y justificar a los personajes de la manera más reaccionaria y moralista posible. Eso es lo más importante. Que el espectador quede satisfecho. Que se haga “justicia”. Tener un montón de dinero.

¿Cómo puede ser gamberra o rompedora una serie que busca satisfacer a su público hasta ahogarlo en azúcar mediante sentimentalismo barato?

Es justo al contrario. La serie sostiene que dado que todos roban, el más listo es el que sabe montárselo a lo grande. Y digo, acaso no es una sorprendente coincidencia que esa línea argumental encaje perfectamente con la mentalidad de nuestros empresarios/ultraderecha: robo (de la fábrica) y explotación (de los rehenes) como los principios activos del éxito. Total, todo el mundo lo hace. Incluidos los propios empleados. Pero por si no hubiera quedado claro, la serie también juega a situar el dinero no simplemente como remedio de todos los males, sino como un fin en sí mismo. Lo importante no es tener suficiente, porque siempre hay más; lo importante es tener todo cuanto se pueda. Motivando a sus protagonistas con cantidades obscenas y materializando la clásica fantasía capitalista de la acumulación/producción sin límites: las máquinas sólo deben parar de producir el tiempo necesario para garantizar su adecuado funcionamiento.

A mi juicio, gamberro hubiera sido hacer entrar a saco a los GEO y haberse cargado a unos cuantos adolescentes; prescindir de coartadas sentimentaloides, poner a unos atracadores y no a un grupo de pop-rock; un todos muertos o en la cárcel. En resumen, lo verdaderamente rompedor hubiera sido un poco de honestidad por parte de sus creadores. Especialmente porque tratándose de Antena 3 nadie se lo hubiera esperado.
Donald Rumsfeld
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