En tiempos vulgares películas mediocres. McDonagh una vez más demuestra que no sabe desarrollar y mucho menos terminar una película. Pese a los buenos actores, con un Sam Rockwell destacado como suele ser habitual en él , pese a la estupidez de su papel y el buen uso que se hace de la cámara, estamos ante una propuesta simple, cargante y desvaída.
A falta del desarrollo de una trama bien estructurada y de un dibujo plausible de sus personajes el director tb guionista se limita a meter con calzador aspectos políticamente incorrectos para tratar de insuflar algo de vida a una propuesta argumental que es incapaz de mantener la película por sí misma. Y tampoco lo consigue. A saber, la mujer de armas tomar que más que una madre coraje es el retrato de una activista talludita interpretada con el piloto automático por McDormand. Al fin y al cabo el asesinato no tiene mayor peso que el anecdótico en un argumento muy poco elaborado. Más pendiente en filmar ocurrencias críticas que en estructurar una trama digna de tal nombre. Con estos mimbres es normal que la narración se resienta, y tenga unos baches insalvables pese a los esfuerzos de los actores.
Entre la galería de personajes que se pasean delante del objetivo aparecen tres afroamericanos, todos con roles positivos, policías (blancos) tan idiotas como conservadores, el homosexual, los inadaptados, y un sheriff con un miembro viril muy bonito. Ah, sí y tb un enano.
Y algún que otro plano de la salida de la ciudad con árboles, pocos exteriores y un nulo aprovechamiento de los paisajes urbanos y escenarios naturales a los cuales el mismo director saco mucho más partido en la también irregular Escondidos en Brujas.
Así pues las capacidades de observación humana y de análisis social no sólo no son deslumbrantes sino que brillan por su ausencia.
La película no está mal filmada, su estética no es feista pese a su tema, los actores no lo hacen mal. Es simplemente un productor prefabricado, artificial y vacío. Es decir con el único propósito de agradar en estos tiempos a unas plateas tan concretas como poco distinguidas. Puro oportunismo y militancia. Ay del cine, como arte.