La morada del miedo es la película más convencional que se ha visto en mucho tiempo en el género, con los trucos de siempre, el argumento de siempre y la conclusión de siempre. Es la película mediocre de terror por antonomásia, los tópicos del terror escena por escena. Son cien films en uno, cosa que podría ser una ventaja estimable si no se ha visto nunca cine de terror, pero que en el caso que no sea así aborrece, siendo una proyección de metrage reciclado de principio a fin.
Sin embargo, aún siendo un cúmulo de terror sin originalidad alguna, la película no está mal rodada y hasta se pueden apreciar ciertas virtudes, como su relativa sobriedad y su carácter incisivo, que no alarga en demasía la duración del metrage.

Sea como sea, cinco minutos después del final recordaremos este film como algo que vimos antaño, y que iba de un padre de familia, o algo así, que estaba un poco ido, o algo así, y que aterrorizaba a su familia, o algo así. Y es que nos encontramos delante de una morada que, desde luego, más que miedo esconde mediocridad.