Un pueblo perdido en medio de la nada, el que entra ya no puede salir, habitantes misteriosos que amenazan y miran por todas las esquinas, y situaciones tan exageradas como increíbles. No se puede pedir más y ofrecer tan poco a cambio. Y si,además, su episodio piloto está dirigido por un Shyamalan en horas bajas, la inverosimilitud está servida. Cada escena intenta agarrar por el cuello al espectador, en una serie de secuencias sin gracia alguna y, sobre todo, sin una inteligencia que te haga,mínimamente, captar la atención. Es un disparate que no llega a ninguna parte. Las escenas en el hospital son aburridas y tontas y el resto no tienen fuste. Un auténtico y olvidable desastre. La interpretación de Juliette Lewis carece de matices, los secundarios son malísimos y Matt Dillon está igual de perdido que el pueblo donde se encuentra. Mala con avaricia.