Había oído que era mala, pero no me podía imaginar cuánto. Increíble que se hayan gastado dinero en hacer semejante tontería. Increíble que actores de (cierto) renombre hayan cedido gustosamente sus caretos para decorar los carteles promocionales del filme. Increíble que yo haya picado el anzuelo si ya de entrada la historia me interesaba más bien poco. Y más increíbles aún la retahíla de buenas críticas que he leído en esta página.
El mito de Casanova es archiconocido por todo el mundo, así que lo menos que se le puede pedir a una nueva revisión del famoso mujeriego italiano es un poco de originalidad. No digo que le den un vuelco radical al personaje, ni que lo desmitifiquen ni nada por el estilo, pero al menos un poco de aliño en el argumento le habría venido de perlas para no resultar tan sumamente previsible, aburrido y monótono.
El guión es malísimo, mediocre a más no poder. El día que explicaron lo de la descripción de personajes el guionista debió quedarse dormido en clase. No hay ni uno solo con profundidad. Ni uno. Y sin personajes el interés de la historia, bastante mal narrada, carente de ritmo, interés y progresión dramática alguna, termina cayéndose por su propio peso.
El vestuario y la dirección artística no van más allá de lo que se puede contemplar en cualquier telefilme de época, la machacona banda sonora consigue que desees no volver a escuchar un allegro en lo que te resta de vida, y el supuesto (y único) interés de la película, por esto de aprovechar el tirón de las nuevas estrellas de Hollywood, consiste en comprobar lo bien que se maneja en las artes amatorias (heterosexuales) un Heath Ledger que, sinceramente, tiene mucho más glamour en el monte cuidando ovejas que correteando semidesnudo por los tejados de Venecia.
Recomendada para todos aquellos que quieran comprobar en primera persona el declive de Jeremy Irons.