Una de las desgracias que traen consigo el paso de los años, y tal vez una de las más dolorosas, más que la panza, las canas, la calvicie y la acidez estomacal, es la decadencia de los ídolos de la juventud. Junto con la caída de amados deportistas, admirados escritores, adorados músicos, venerados humoristas, uno fue viendo desbarrancarse suave pero indeteniblemente al querido Woody.. Pero para poner un ejemplo gráfico de lo que sentí viendo esta joyita, imaginemos que estamos en el estadio siguiendo al equipo de nuestros amores, y nuestro antes reverenciado y ahora apenas tolerado centrodelantero gordo y levemente calvo toma la pelota, gira, amaga, pone el cuerpo, toma velocidad y con una mezcla de astucia y fuerza remanente, encara a varios rivales, los deja en el camino, elude al arquero y nos regala un golazo de antología. Bueno, algo así pasa con esta película de Allen.. Un golazo de antología, y ojalá que no sea el de despedida. Grande, Maestro!!!!!!!!