Atención: Esta crítica puede contener SPOILERS.

La serie comienza como un procedimental al uso, cada capítulo nos presenta un misterio paranormal o un inquietante (e imposible) caso científico. Los principales protagonistas son una agente de una agencia especializada del FBI y un joven y aventurero científico que con el paso del tiempo van incrementando paulatinamente su tensión sexual. ¿Les suena?

En un primer momento “Fringe” puede parecer una actualización de “Expediente X”, sin embargo si no se tira la toalla y se profundiza un poco más en la serie se asistirá a un producto hecho con mucho mimo, un guion bien trenzado y una sucesión de episodios en lo que todo tiene cabida, todo está permitido (hasta las ideas más improbables), donde la máxima prioridad es sorprender al espectador (como el capítulo de LSD, las animaciones en algunos episodios o los continuos viajes interdimensionales).

La historia versa sobre diferentes temáticas, el amor entre padres e hijos (Walter y Peter; Septiembre y Michael; Peter y Etta...), la importancia de los sentimientos sobre la razón (que a la postre es el valor que nos diferencia como seres humanos) sumados a una serie de conceptos brutales de ciencia ficción loquísima (viajes entre dimensiones, al futuro, seres con poderes, gases que provocan la muerte, transformaciones en seres cuasi-mitológicos...) que conforman un cóctel sumamente atractivo.

Tras las debidas presentaciones de entornos, conceptos y personajes en la primera temporada, es en la segunda y en la tercera donde la serie se proyecta muchos enteros y se convierte en una verdadera joya televisiva, fresca, sorprendente, nueva y totalmente diferente. Sin embargo todo desemboca en una cuarta temporada en la que se cierran varias tramas de una manera que se puede antojar precipitada. La quinta es el broche final en la que se recapitulan varias de las situaciones y conceptos que han transcurrido a lo largo de los años anteriores y es un punto de fuga hacia un final que deje satisfechas a todas las partes (teniendo en cuenta que el nuevo Rey Midas de Hollywood y creador de “Perdidos”, JJ. Abrams, es el máximo responsable del proyecto es algo MUY a tener en cuenta).

En cuanto a los actores, decir que Anna Torv está sexy y sugerente como la agente Olivia Dunham, Joshua Jackson consigue quitarse el sambenito de ser el tío de “Dawson crece” con su interpretación de Peter Bishop, Jasika Nicole está formidable como la adorable ayudante de laboratorio Astrid y Lance Reddick aporta esa extraña presencia y magnetismo que derrochó en “The Wire” como el agente Broyles.

De entre todos destacaría la presencia de Leonard Nimoy quien no necesitará presentación a estas alturas para cualquier seguidor de Star Trek (interpretando al doctor William Bell), Michael Cerveris como el primer observador (también conocido como Septiembre o Donald) y como uno de los motivos fundamentales por los que merece la pena seguir esta serie: el grandioso John Noble dando vida a Walter Bishop, el verdadero alma mater de todo este tinglado, presentando a un personaje alocado, tierno, desquiciado y absolutamente genial.

Tras cinco años podemos decir que “Fringe” ha supuesto un soplo de aire fresco en el mundillo de ciencia ficción pura y dura y que ha ofrecido, mucho, muchísimo más de lo que se podía esperar en un primer momento.