Sin buscar el efectisismo, el maniqueo ni el sensacionalismo, la novel directora Nicole Kassel nos brinda en su opera prima la reinsercción a la sociedad de un pedófilo que acaba de cumplir su condena de 12 años de prisión.
La vuelta no será fácil, tal como el dice el volver a sentirse normal será un desafío y ante todo el no volver a lo que lo llevó a la carcel será un obstáculo que Walter deberá pasar.
Con un tema difícil si los hay, Kassel es una directora para seguir bien de cerca, ya que imprime un talento y una sensibilidad muy infrecuente en un mercado que busca el sensacionalismo en este tipo de temas. Su sensibilidad a flor de piel, tanto para crear climas y situaciones incómodas tanto para el especatdor como para los personajes y la postura que deja para los espectadores son logros sin duda notables, y eso que es una primera película.
El mensaje es claro: es sólo un pedazo del comienzo de Walter en su proceso, no pone en tela de juicio nada, no muestra porque llegó a ser lo que es o lo que fue, ni tampoco expone escena alguna de acoso.
Memorable es la actuación de un Kevin Bacon subvalorado y no reconocido, sin duda encontró el papel de su carrera, a cual en cada escena le imprime una sensibilidad y una credibilidad que enriquecen y dan valor al film. En excelentes secundarios se encuentran la sensacional Kyra Sedgwick, Mos Def, Benjamin Bratt y la niña-descubrimiento Hannah Pilkes, que comparte con Bacon la mejor escena del film.
Notable debut, lleno de talento y sobriedad ante un tema que a muchos disgusta.