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España España · Barcelona
Voto de Ivan_Rumar:
6
Drama En julio de 1967, graves disturbios raciales sacudieron la ciudad de Detroit, en el estado de Michigan. Todo comenzó con una redada de la policía en un bar nocturno sin licencia, que acabó convirtiéndose en una de las revueltas civiles más violentas de los Estados Unidos. Los incidentes más graves ocurrieron en el motel Algiers, cuando miembros de la policía y la Guardia Nacional acudieron ante unos disparos de un arma de fogueo. (FILMAFFINITY) [+]
17 de septiembre de 2017
47 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy fan de Bigelow como el que más. En tierra hostil me fascinó. La noche más oscura, también. No he visto nada de lo anterior, así que poco puedo opinar al respecto. Detroit me ha gustado. Menos que esas dos, pero me ha gustado. Esperaba mucho más, cierto. Pero ha cumplido. Ha arrojado luz sobre un episodio de la historia norteamericana que desconocía. He salido indignado, pero ni mucho menos lo que esperaba. No he salido tan cabreado, emocionado ni lloroso que cuando fui a ver Selma o acabé American Crime Story (muchísimo mejores que esta). Los actores están impecables; la fotografía, increíble. Pero más allá de todo eso, me extenderé en las 4 cosillas que no me convencen de esta película:

1) No está bien estructurada. Tenemos un inicio caótico donde uno cree que la película va a abarcar todos los disturbios acaecidos en la ciudad. Hay cambios de escena continuos, la cámara se bambolea de un lado para otro sin saber muy bien dónde quiere Bigelow centrar el objetivo ni qué contar. Luego sobreviene un segundo acto que va a lo concreto de sopetón (los hechos ocurridos en el motel Algiers), alargado en exceso y extenuante en la recreación de la violencia y la humillación (algo de lo que ya adolecía 12 años de esclavitud, de alargarse demasiado en el sufrimiento y la tortura. A veces menos es más). Un segundo acto que ocurre un poco por sorpresa, sin que uno sepa que la película tuviera como objetivo centrarse en ese caso tan concreto, olvidando la panorámica general por la que había apostado en la primera media hora de metraje, hasta el punto de que uno empieza a pensar que el título de la película está algo equivocado. Y luego tenemos un tercer acto apresurado, que se centra demasiado en unos personajes concretos y olvida o no dibuja todo lo bien que debería a los demás, quedándome con las ganas de saber más de lo que ocurrió después del incidente del motel y de los disturbios en general. Qué ocurrió a nivel político, a nivel policial, a nivel de la calle. Todo eso, en Detroit, no está. Hubiese sido más certero haberla titulado Motel Algiers.

2) El mensaje de fondo, el de la brutalidad policial, es demasiado evidente y hasta cierto punto demasiado reiterativo (como ocurría en 12 años de esclavitud, por ejemplo). Es necesaria, es indignante, arroja luz sobre un hecho del que yo, al menos, no había oído hablar. Pero acaba olvidando por un momento que las cosas no son tan blanco y negro como las retrata, que hay matices. No se centra en ningún momento en los negros que participaron en los disturbios, en el papel que jugaron, ni los saca en pantalla tanto para lo bueno como para lo malo. A partir de lo del motel, se olvida del contexto deliberadamente.

3) Es algo fría. Debería haber salido emocionado, con la piel de gallina, rabioso. Y esto no ha ocurrido. Quizás es que Bigelow no ha sabido calcular bien los tiempos (véase punto anterior), o no ha sabido encajar bien sobre quién recaía la acción. Quizás porque no conocía nada del background de los protagonistas. Quizás porque es demasiado obvia.

4) Y, finalmente, si no he acabado mareado durante esa primera media hora ha sido de milagro. Qué manera más parkinsoniana de mover la cámara, qué manera de saltar de plano en plano cada cinco segundos, qué manera de no centrarse en nada y escarbar aquí y allá sin detenerse un segundo. Suerte que durante el segundo acto se relaja la cosa (el movimiento de cámara, que no el espectador).

En este sentido, Selma y American Crime Story, por poner dos ejemplos recientes, son mucho más satisfactorias tanto como radiografías de un momento como poliédricas al abordarlo, no escatimando repartir palos a todo el mundo. Van más allá, intentando sacar conclusiones y entender la mentalidad americana. Además, los realizadores saben imprimir un sello emotivo que esta no es capaz. En Detroit todo es supuestamente indignante, claro, pero de un modo demasiado obvio. Como dice cierto crítico, es un relato despojado de todo trasfondo y absolutamente deshistorizado. Me olvidaré de ella y volveré a revisionar The Wire, que eso sí es realidad intravenosa.

@Cinergicos
Ivan_Rumar
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