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Voto de Nipoli:
8
2010
Documental, Intervenciones de: Vlade Divac
8,0
6.158
Documental
Vlade Divac era uno de los pilares de la selección yugoslava de baloncesto que tantos éxitos cosechó hace más de 20 años. Divac explica cómo su gran amistad con el croata Drazen Petrovic se arruinó debido a la guerra de los Balcanes, en la que Croacia proclamó su independencia de Yugoslavia. Poco después, en 1993, Petrovic, uno de los mejores jugadores europeos, que estaba triunfando en la NBA al igual que Divac, murió en un accidente de tráfico. (FILMAFFINITY) [+]
9 de septiembre de 2014
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Croacia declaró su independencia de forma unilateral en 1991. Se caía el unitario estado de Yugoslavia y se llevaba consigo la mejor generación de baloncestistas europeos de la historia, Vlade Divac y Drazen Petrovic entre ellos.
Los Juegos Olímpicos de Seul de 1988 fueron el primer gran éxito de este talentoso grupo. Frente a la URSS de Sabonis, el joven grupo yugoslavo se alzó con la medalla de plata. Le siguieron el campeonato de Europa en 1989 y el Mundial de 1990. El canto del cisne de una generación exageradamente popular en su país, la perfección estrictamente deportiva. Lamentablemente no eran ajenos al conflicto que asolaría los Balcanes.
Vlade Divac (Serbia, 1968), el protagonista de este documental ya estaba triunfando en la NBA (llegó en 1989), siendo un titular habitual en los ilustres Lakers de Magic y uno más en la bulliciosa Los Angeles. Mientras, la gran estrella Drazen Petrovic (Croacia, 1964), acostumbrado a ser el rey de Europa con 40 o 50 puntos por noche en la Cibona Zagreb y el Real Madrid, se moría de asco en la pequeña Portland, triste y sin los minutos que su talento merecía. Era totalmente necesaria la unión entre dos compatriotas y ante todo amigos, siendo momentos duros para el croata. Divac rememora esos momentos intercalados con entrevistas a la familia de Drazen y compañeros de aquella selección como Toni Kukoc o Dino Radja (ambos croatas).
Explota la guerra en 1991, pero la potente selección de Yugoslavia aún tiene tiempo para disputar el Eurobasket y ganarlo frente a Italia. La polémica llegó en la celebración, cuando un aficionado salta al parqué con una bandera croata y Vlade Divac le increpa, quitándole la bandera y arrojándola al suelo con un sonoro cabreo. Es muy interesante escuchar su explicación del acto. Él dice que no es nacionalista, que sólo quería una Yugoslavia tal y como habían vivido siempre. En este momento yo me pregunto si hay alguien perteneciente al pueblo “opresor” que desee la independencia de su territorio en lugar de seguir unidos bajo una postura dominante y favorable a sus intereses. No se arrepiente en ningún momento, llegando a asegurar (en boca de un periodista) que si hubiese sido una bandera serbia hubiese actuado igual... Permitanme que lo dude.
A raíz del incidente, Divac es declarado persona non grata en Croacia, con una importante campaña mediática en su contra y la opinión generalizada de abanderar un exasperante nacionalismo serbio. Resulta interesante escuchar las opiniones de los jugadores croatas, aún reconociendo que era una gran persona, saben que no podían compartir amistad con un tipo que deshonra así a su patria. Más escalofriante es escuchar a un incómodo Petrovic responder en imágenes de archivo. Al final del documental, Divac pasea por las calles de Zagreb en 2009 y hay una cámara semi-oculta filmando las reacciones de los viandantes croatas. Entre miradas de desprecio o sorpresa aparece uno declarando: “¿Divac? Es un chetnik” (guerrillero nacionalista serbio).
(Sigue en spoiler por longitud)
Los Juegos Olímpicos de Seul de 1988 fueron el primer gran éxito de este talentoso grupo. Frente a la URSS de Sabonis, el joven grupo yugoslavo se alzó con la medalla de plata. Le siguieron el campeonato de Europa en 1989 y el Mundial de 1990. El canto del cisne de una generación exageradamente popular en su país, la perfección estrictamente deportiva. Lamentablemente no eran ajenos al conflicto que asolaría los Balcanes.
Vlade Divac (Serbia, 1968), el protagonista de este documental ya estaba triunfando en la NBA (llegó en 1989), siendo un titular habitual en los ilustres Lakers de Magic y uno más en la bulliciosa Los Angeles. Mientras, la gran estrella Drazen Petrovic (Croacia, 1964), acostumbrado a ser el rey de Europa con 40 o 50 puntos por noche en la Cibona Zagreb y el Real Madrid, se moría de asco en la pequeña Portland, triste y sin los minutos que su talento merecía. Era totalmente necesaria la unión entre dos compatriotas y ante todo amigos, siendo momentos duros para el croata. Divac rememora esos momentos intercalados con entrevistas a la familia de Drazen y compañeros de aquella selección como Toni Kukoc o Dino Radja (ambos croatas).
Explota la guerra en 1991, pero la potente selección de Yugoslavia aún tiene tiempo para disputar el Eurobasket y ganarlo frente a Italia. La polémica llegó en la celebración, cuando un aficionado salta al parqué con una bandera croata y Vlade Divac le increpa, quitándole la bandera y arrojándola al suelo con un sonoro cabreo. Es muy interesante escuchar su explicación del acto. Él dice que no es nacionalista, que sólo quería una Yugoslavia tal y como habían vivido siempre. En este momento yo me pregunto si hay alguien perteneciente al pueblo “opresor” que desee la independencia de su territorio en lugar de seguir unidos bajo una postura dominante y favorable a sus intereses. No se arrepiente en ningún momento, llegando a asegurar (en boca de un periodista) que si hubiese sido una bandera serbia hubiese actuado igual... Permitanme que lo dude.
A raíz del incidente, Divac es declarado persona non grata en Croacia, con una importante campaña mediática en su contra y la opinión generalizada de abanderar un exasperante nacionalismo serbio. Resulta interesante escuchar las opiniones de los jugadores croatas, aún reconociendo que era una gran persona, saben que no podían compartir amistad con un tipo que deshonra así a su patria. Más escalofriante es escuchar a un incómodo Petrovic responder en imágenes de archivo. Al final del documental, Divac pasea por las calles de Zagreb en 2009 y hay una cámara semi-oculta filmando las reacciones de los viandantes croatas. Entre miradas de desprecio o sorpresa aparece uno declarando: “¿Divac? Es un chetnik” (guerrillero nacionalista serbio).
(Sigue en spoiler por longitud)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En 1992, Croacia es independiente, mientras que Yugoslavia está fuera de las competiciones internacionales por sanción, por lo que no se le permite asistir a los JJOO de Barcelona. La selección croata, comandada por Petrovic, el genio de Sibenik, llegó a la final, para perder muy dignamente ante el Dream Team de USA'92, el mejor equipo de la historia con Jordan, Magic, Bird, Barkley o Malone entre otras estrellas de la NBA. No se volverían a encontrar en un torneo hasta 1995, en el europeo de Grecia, dónde Yugoslavia (agrupando sólo a Serbia y Montenegro) venció el torneo, mientras que Croacia ocupó el tercer lugar. En la ceremonia de entrega de medallas, la selección croata abandonó el podio cuando los yugoslavos iban a recibir la presea dorada en un claro gesto de rencor.
Petrovic murió en un accidente de coche en 1993. Volvía a Zagreb desde Alemania y su novia, conduciendo el coche en ese momento, se encontró con un camión en medio de la carretera, culpa de las malas condiciones climatológicas. Croacia le dedicó un funeral de estado, siendo sus compañeros de selección los porteadores del féretro. Divac expresa sus lamentos por no poder estar allí, sabiendo que sería apaleado por la opinión de un país en guerra, por saber que no sería posible la reconciliación con su gran amigo, amistad tumbada por los horrores nacionalistas.
Cerrando el documental, y entendemos que a modo de reencuentro virtual con Drazen, el propio Vlade Divac visita la casa de su familia, charlando con la madre y el hermano de Petrovic. Es una conversación cargada de emoción, pero pese a que alguien pueda tacharme de insensible, yo aún noto un cierto resquemor en las palabras de Aleksandar Petrovic, hermano de Drazen y también jugador de baloncesto (coincidió con ambos en el Eurobasket de 1987). Como colofón final, Vlade Divac dedica unas palabras frente a la tumba de Drazen. Parece una imagen bonita, pero lamento pensar que su amistad hubiese estado rota para siempre, aunque Petrovic siguiese vivo y nos hubiese deleitado con más actuaciones memorables.
Petrovic murió en un accidente de coche en 1993. Volvía a Zagreb desde Alemania y su novia, conduciendo el coche en ese momento, se encontró con un camión en medio de la carretera, culpa de las malas condiciones climatológicas. Croacia le dedicó un funeral de estado, siendo sus compañeros de selección los porteadores del féretro. Divac expresa sus lamentos por no poder estar allí, sabiendo que sería apaleado por la opinión de un país en guerra, por saber que no sería posible la reconciliación con su gran amigo, amistad tumbada por los horrores nacionalistas.
Cerrando el documental, y entendemos que a modo de reencuentro virtual con Drazen, el propio Vlade Divac visita la casa de su familia, charlando con la madre y el hermano de Petrovic. Es una conversación cargada de emoción, pero pese a que alguien pueda tacharme de insensible, yo aún noto un cierto resquemor en las palabras de Aleksandar Petrovic, hermano de Drazen y también jugador de baloncesto (coincidió con ambos en el Eurobasket de 1987). Como colofón final, Vlade Divac dedica unas palabras frente a la tumba de Drazen. Parece una imagen bonita, pero lamento pensar que su amistad hubiese estado rota para siempre, aunque Petrovic siguiese vivo y nos hubiese deleitado con más actuaciones memorables.