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España España · Málaga
Voto de Nuño:
6
Drama Bud Clay (Vincent Gallo) se dedica a correr en motocicleta y emprende un viaje de cinco días hasta California, donde tiene la siguiente carrera. Cada día, a Bud le asaltan los recuerdos de la última vez que vió a la mujer de su vida. Él desea que esos recuerdos desaparezcan, por lo que durante el viaje tiene encuentros con diversas mujeres. Busca un nuevo amor que le haga olvidar a Daisy (Chloë Sevigny). Pero Bud no puede sustituirla, a ... [+]
19 de diciembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La polémica anida en la felación (1), en tiempo (2) real (3), de 'The brown bunny'.

(1) Si presenciar una felación sobrecarga los sistemas de pudor, o sobrepasa el umbral de escándalo, es dictamen personal. Mi tentativa de conclusión sería decir que a nadie que haya visto, hecho o recibido alguna le habría de espantar.

(2) La felación ocupa cuatro o cinco minutos, de 90. Insuficiente para catalogar 'The brown bunny' de pornográfica por extensión.

(3) El miembro de Vincent Gallo es real (y los pechos de Chloë Sevigny, por cierto). ¿Cambiaría el sentido de la escena haber usado una prótesis, o haberla ocultado con un conveniente giro de cámara?

Creo entender el propósito de la escena y, pese a que mi integridad psicológica y mi sentido de la morigeración no han sido violentados, creo que la visceral "audacia" no era necesaria. El impacto emocional hubiese sido similar sin la explicitud de esa inversión (que ulteriormente, vistos los intereses impuestos por el público, se ha comprobado poco rentable) consistente en mostrar una escatológica porción de intimidad.

...

Respecto al resto, más allá de esos cinco minutos.

Bud Clay vagabundea, errático y emocionalmente malogrado. Desconocemos qué ha tenido lugar en su vida, pero sí vemos que su periplo lo jalonan encuentros frustrados con diversas mujeres, que toman forma de promesas rotas, ilusiones inalcanzables o pesarosas mentiras. El resto es conducción; la monótona furgoneta o la redentora motocicleta. Él quiere huir de un recuerdo; la inmediatez del mundo no le cobija y, como todos los inquietos de ánimo, se mueve.

[Hay una escena, especialmente triste, por inesperada: Bud pide a una chica que se fugue con él y, mientras ella recoge sus enseres, él se marcha. Acaso ha sentido, como los personajes de Antonioni, un desánimo premonitorio de derrota]

En el hotel, se reencuentra con su antiguo amor. Vemos, por fin, de quién escapa; esa mujer que no admite emulación ni sosias, que no está sujeta, como la Kim Novak de 'Vértigo', a émula alguna. Tiene un problema de drogadicción. Ella se dirige a él con cariño y ternura; él, débil y huidizo, se deja hacer. Se besan, le hace la mamada y, después, Bud, repentinamente, la desprecia.

En un flashback algo torpón (todo sea dicho), se nos explica cómo la sorprendió teniendo sexo en una fiesta, con dos tipos. Él, contrariado entre los celos y el odio, la abandonó a su suerte.

[En una frase, sutil pero lacerante, se hace referencia a un hijo perdido. Nada más. El detalle queda libre y rasga en la magín del espectador].

Ella murió aquel día; por lo que este encuentro no ha sido real. Su figura se evapora y queda Bud sólo en su desangelada habitación de hotel. Él confabula esta felación como una suerte de venganza personal, de reproche. La echa de menos, pero también la odia por su infidelidad. Y, como no sólo echamos de menos el cariño de una persona, su cercanía y su conversación, sino también su aroma, su tacto y su sexo, su frustración toma forma de encuentro sexual frío y recriminatorio.

...

Mi problema con esta película no está en lo moral, ni en no ver las entrañas de su autor (que las tiene y, en este caso, literalmente), ni en concluir, comandante en jefe de todas las inferencias posibles, que, entre musaraña y musaraña, entre babeo mongólico y babeo oligofrénico, no cuenta nada. Mi reticencia está en el desaliño técnico, la simplicidad estética y, sobre todo, en cierta incapacidad para calibrar el ritmo de la narración, a ratos algo laxo.

Gracias.
Nuño
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