El empezar de "Death Defying Acts" me hizo albergar esperanzas de encontrarme ante un buen filme. Una ambientación que me pareció cuidada (no soy experto ni mucho menos en el Edimburgo de los años veinte, pero se notaba que le habían metido pasta al asunto), un desarrollo cercano a la picaresca y la niña de Atonement que me dejó con tan mala leche, en un papel con el que claramente pretendía caerme simpática y Catherine Zeta-Jones demostrando que no es necesario entrar en una 38 para protagonizar un filme. Bueno, pues conforme fue avanzando la película... mi gozo en un pozo. Mira que me cae bien Guy Pearce, me parece un tio serio, está en películas que me ha encantado, pero como Houdini la verdad es que no lo acabo de ver. Y encima la película se mete por el peor camino que pudo elegir, y lo hace sin vocación y sin convicción. Si al menos se hubiera mezclado la insípida trama amorosa con trucos de magia, con elementos paranormales o con trampas ingeniosas... pero no, hala el mago rico se enamora de la medium tramposa pobre y ponemos el piloto automático para seguir la narración un millón de veces contada.
Vamos que si Iker Jiménez ha ido a ver la película se habra quedado dormido... y probablemente no haya sido el único.