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Voto de janto:
10
6,6
2.978
Drama. Fantástico
En la Roma del siglo I después de Cristo, dos estudiantes, Encolpio y Ascilto, discuten sobre a quién corresponde la propiedad del adolescente Gitone. El niño escoge a Ascilto, y sólo un terremoto salva a Encolpio del suicidio. A partir de entonces, Encolpio vivirá una serie de aventuras y desventuras para conocer nuevos amores. (FILMAFFINITY)
3 de septiembre de 2009
38 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién sino Fellini era el director más idóneo para adaptar "El Satiricón", una de las obras capitales de la literatura latina? La desbordante imaginación del maestro italiano, su portentosa creatividad, era requisito indispensable para lograr dar aliento y vida, carne, sangre y semen, a los personajes que protagonizan las inolvidables aventuras de la novela de Petronio.
"El Satiricón" es una de las obras más originales de la antiguedad. La primera novela de Occidente y también la precursora de un estilo que mezcla la prosa y el verso. Escrita en buena parte en hexámetro dactílico, esta joya de la literatura universal parodia, no tanto las costumbres de la época imperial (como han escrito recurrentemente la caterva nauseabunda de los moralistas), sino los géneros literarios de la época, obras famosas y autores de fama. La sátira se revela, pues, esencialmente libresca, al estilo de Cervantes y los libros de Caballería. Fellini, corresponsable del guión junto a Bernardino Zapponi, sigue con relativa fidelidad la fragmentada trama de la novela. No hay en "Fellini-Satyricón" una narración coherente, convencional, sino una sucesión de episodios unidos por la presencia de los protagonistas principales, Asciltio y Encolpio. Conviene ya señalar que esta superproducción dinamita las convenciones que fundamentan al peplum. Las ínfulas historicistas del género, la aparente representación de la historia, aquí no tienen cabida. Bien es cierto que la labor de investigación que descubre la mirada atenta es abrumador. Sirvan como ejemplos la canción que canta Gitón, construida sólo con quintos y cuartos pitagóricos o las máscaras mortuorias que representan a los antepasados en la casa de los patricios suicidas. Pero tan lejos está el director de realizar un documental, como de mostrar convencionalmente un retazo del pasado clásico.
"El Satiricón" es una de las obras más originales de la antiguedad. La primera novela de Occidente y también la precursora de un estilo que mezcla la prosa y el verso. Escrita en buena parte en hexámetro dactílico, esta joya de la literatura universal parodia, no tanto las costumbres de la época imperial (como han escrito recurrentemente la caterva nauseabunda de los moralistas), sino los géneros literarios de la época, obras famosas y autores de fama. La sátira se revela, pues, esencialmente libresca, al estilo de Cervantes y los libros de Caballería. Fellini, corresponsable del guión junto a Bernardino Zapponi, sigue con relativa fidelidad la fragmentada trama de la novela. No hay en "Fellini-Satyricón" una narración coherente, convencional, sino una sucesión de episodios unidos por la presencia de los protagonistas principales, Asciltio y Encolpio. Conviene ya señalar que esta superproducción dinamita las convenciones que fundamentan al peplum. Las ínfulas historicistas del género, la aparente representación de la historia, aquí no tienen cabida. Bien es cierto que la labor de investigación que descubre la mirada atenta es abrumador. Sirvan como ejemplos la canción que canta Gitón, construida sólo con quintos y cuartos pitagóricos o las máscaras mortuorias que representan a los antepasados en la casa de los patricios suicidas. Pero tan lejos está el director de realizar un documental, como de mostrar convencionalmente un retazo del pasado clásico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
"Fellini-Satyricón" es una película de luces mortecinas, de sombras que se proyectan fantasmagóricamente sobre muros casi intemporales. Pero también de vida y de violencia, de pasión por beberse a grandes tragos la existencia antes de que todo acabe con la muerte. Un mundo desconocido, extraño, sombrío y atractivo, donde los personajes han perdido todo rasgo de la serenidad clásica, rasgo común en las producciones de este género, para mostrar pálidos semblantes, maquillados exageradamente, sin emoción, hieráticos (el episodio entero de la cena de Trimalción), llevar a cabo actos de insoportable crueldad (la decapitación de Lica hundiéndose lentamente en el mar, la muerte de Eumolpo y el banquete caníbal con su cuerpo), o de desatada sexualidad (el trío formado por Encolpio, Asciltio y Gitón, Encolpio, tras vencer al Minotauro, comprueba su impotencia al querer follar con Ariadna). Las imágenes de prodigiosa belleza de "Fellini-Satyricón", su misteriosa poética, dejan boquiabierto al espectador que se deja arrastrar por la potencia de una película única en la historia del cine (sólo Pasolini hizo lo propio con sus provocativas versiones del "Edipo rey" y "Medea"). La música de Nino Rota, colaborador habitual del director, es una de sus composiciones más hermosas e inquietantes. Atonalidad, aires étnicos contemporáneos (Gamelana de Bali, cantos Ramayana, acompañamiento músical de las danzas centroficanas niegpadenda), composiciones dodecafónicas ... la creación de una atmósfera irreal, tan personal como la Roma petroniana de Fellini.El reparto es heterogéneo. Actores desconocidos como Martin Potter (Encolpio), Hiram Keller (Asciltio) y Max Born (Gitón) se codean con nombres ilustres como Lucía Bosé (la Patricia) y Capucine (Trifena), de participantes no profesionales como Mario Romagnoli "El moro" (Trimalción) y de veteranos como Alain Cuny (Licas) y el ex Maciste Gordon Mitchell (ladrón).
"Fellini-Satyricón" fue definida por el propio director como "una película pre-cristiana para una época pos-cristiana". Esta época es la nuestra. Disfrutemos, pues, de esta obra maestra del cine sin prejuicios ni tabúes.
"Fellini-Satyricón" fue definida por el propio director como "una película pre-cristiana para una época pos-cristiana". Esta época es la nuestra. Disfrutemos, pues, de esta obra maestra del cine sin prejuicios ni tabúes.