Resulta sorprendente para ser de 1979. Un concepto de la sci-fi más propia de los comics. Sin comidas de tarros. Pura aventura. Unos soldados viajan al pasado, no se sabe como, y se enfrentarán a los samurais. Y ya está. No hay más vueltas de hoja, ni obsesiones con las paradojas temporales. Pasará lo que tenga que pasar. No dejo de acordarme de aquellos míticos team-ups de Spider-man viajando por diversas épocas, desde Salem al futuro.Y como el cabezarredes zurraba a los cazadores de brujas. Y esta película me recuerda esa falta de complejos. Un filme que inspiró a otra estadounidense, un año más tarde, más plomiza y sin sentido de la aventura, como fue "El final de la cuenta atrás", cuando un portaaviones de los 70 -El portaviones atómico Nimitz- viaja al pasado, días antes del ataque japonés a Pearl Harbor.

Tanques frente a samurais, ametralladoras pesadas contra arqueros, un helicóptero disparando a las tropas de tierra, espectaculares batallas - lo mejor del filme- con una magnífica dirección de multitudes, como Mel Gibson y su "Braveheart". Una antológica batalla final de casi 40 minutos, de la que disfrutas cada minuto. También tendremos las historias de los viajeros temporales y como tratan-o no- de encajar en la época de los samurais.

Un divertimento. Acción sin complejos. Un gran sentido de la aventura. Un gustazo.