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Voto de GATOB:
9
8,1
35.706
Drama
Suecia, mediados del siglo XIV. La Peste Negra asola Europa. Tras diez años de inútiles combates en las Cruzadas, el caballero sueco Antonius Blovk y su leal escudero regresan de Tierra Santa. Blovk es un hombre atormentado y lleno de dudas. En el camino se encuentra con la Muerte que lo reclama. Entonces él le propone jugar una partida de ajedrez, con la esperanza de obtener de Ella respuestas a las grandes cuestiones de la vida: la ... [+]
4 de diciembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Expía tus pecados. Busca la salvación, aún es posible. La de tu alma múchas veces pecaminosa en excesos. Como ese cine que ves. Cine 3D, palomitero y deudor del gran jefe; el metálico capital. Capital como lo son cada uno de los pecados retratados por Bergman aquí.
Revisiona este film y encontrarás el camino a la verdad. Esa que te hace asegurar que estás viendo ARTE con mayúsculas. Que no entiendes como pierdes el tiempo frente a tu tele de 42 pulgadas, o en el cine de tu C.C. favorito, sabiendo, como sabes que hay, cine de verdad, de ese que te hace parar a meditar sobre el significado de El Todo.
Metafórica, filosófica, profunda, esperpéntica, relevante...
Revisiona este film y encontrarás el camino a la verdad. Esa que te hace asegurar que estás viendo ARTE con mayúsculas. Que no entiendes como pierdes el tiempo frente a tu tele de 42 pulgadas, o en el cine de tu C.C. favorito, sabiendo, como sabes que hay, cine de verdad, de ese que te hace parar a meditar sobre el significado de El Todo.
Metafórica, filosófica, profunda, esperpéntica, relevante...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Un cuervo negro, cuyas alas son sostenidas por una genial banda sonora, planeando en un cielo omnipresente, sirve para abrir el film y así poner en aviso a los expectadores no se sabe de qué Sodoma y Gomorra: Da igual que sean del siglo XX, XXI, o XXV. Porque estamos en la Edad Media, época no mucho menos oscura, fanática y surspesticiosa que cualquier otra.
Antonio, el caballero protagonista, existencialista, regresa de las cruzadas aún más atormentado y buscador de respuestas y del Reino de Los Cielos.
Juan, al escudo, excéptico, cultivado, pesimista, irónico, nihilista, algo misógeno aunque caritativo.
El comediante José, juglar de buen corazón, idealista, hombre cristiano, de fe. Acompañado por su mujer...
María, la representación de la candidez. Siempre acunando a su hijo, Miguel.
El tercero en esta compañía es su director, Jonás, que será convenientemente ajusticiado. Se descubre con mujer e hijos, pero el prefiere sus escarceos con...
Lisa, muy dada a la frivolidad y el adulterio gratuito para pesambre de...
El Herrero, su marido, tipo rudo, impulsivo pero bonachón al fin y al cabo.
La Muda (bienaventurados los mudos porque ellos no tendrán que dar explicaciones), rescatadas por el escudero de
un canalla que fuera aspirante a sacerdote y ahora malhechor de oficio. Un imbécil que tendrá que vérselas cara a cara con la peste. O La Muerte, que es lo mismo, con la muda como expectadora en primer término.
Toda una pasarela de personajes donde tampoco olvidaremos al posadero, al lider de la espeluznante procesión, a los parroquianos de la tarberna... Todos con el alma corrompida, podrida.
Y La Muerte detrás de todos, dialogando con su "lúgubre discurso" con Antonio, retándose ambos a una famosísima partida de ajedrez que ni que decir tiene quién ganará.
Porque a la Muerte nadie ni nada se le escapa, no como a mí, que si no he puesto un diez es porque incomprendido quedo ante las trazas humorísticas de la obra. Sobretodo aquella en la que se encuentran en el bosque El Herrero, con Lisa, su mujer, y Jonás. Escena a mi juicio demasiado larga y desenfadada. Aunque quizá sea ese nuestro pecado, marcado con fuego en nuestros genes a través de los milenios, de no tomarnos a nadie en serio, de reirnos de todo y de todos. Escupiéndole así a la cara al Creador.
Una película que radiografía todo lo que somos. Ese amplio abanico de registros de nuestro ser que se reune en la escena del castillo, donde se alcazan las máximas cotas cinematográficas, en cuanto a tensión y simbolismos, cuando la mujer de Antonio, recitando El Apocalipsis, hace aparecer frente a todos a La Muerte.
Escena que precede a la final, donde se pueden ver salvados María y José. Y su bebé.
¿Mensaje demasiado cristiano? No no sé. Pero si alguien merece no ir al día del Juicio Final son ésta ambulante familia, todo bondad, en un mundo regido por el horror moral y descarriado, carente de referente, por los siglos de los siglos.
Todo está consumado.
Antonio, el caballero protagonista, existencialista, regresa de las cruzadas aún más atormentado y buscador de respuestas y del Reino de Los Cielos.
Juan, al escudo, excéptico, cultivado, pesimista, irónico, nihilista, algo misógeno aunque caritativo.
El comediante José, juglar de buen corazón, idealista, hombre cristiano, de fe. Acompañado por su mujer...
María, la representación de la candidez. Siempre acunando a su hijo, Miguel.
El tercero en esta compañía es su director, Jonás, que será convenientemente ajusticiado. Se descubre con mujer e hijos, pero el prefiere sus escarceos con...
Lisa, muy dada a la frivolidad y el adulterio gratuito para pesambre de...
El Herrero, su marido, tipo rudo, impulsivo pero bonachón al fin y al cabo.
La Muda (bienaventurados los mudos porque ellos no tendrán que dar explicaciones), rescatadas por el escudero de
un canalla que fuera aspirante a sacerdote y ahora malhechor de oficio. Un imbécil que tendrá que vérselas cara a cara con la peste. O La Muerte, que es lo mismo, con la muda como expectadora en primer término.
Toda una pasarela de personajes donde tampoco olvidaremos al posadero, al lider de la espeluznante procesión, a los parroquianos de la tarberna... Todos con el alma corrompida, podrida.
Y La Muerte detrás de todos, dialogando con su "lúgubre discurso" con Antonio, retándose ambos a una famosísima partida de ajedrez que ni que decir tiene quién ganará.
Porque a la Muerte nadie ni nada se le escapa, no como a mí, que si no he puesto un diez es porque incomprendido quedo ante las trazas humorísticas de la obra. Sobretodo aquella en la que se encuentran en el bosque El Herrero, con Lisa, su mujer, y Jonás. Escena a mi juicio demasiado larga y desenfadada. Aunque quizá sea ese nuestro pecado, marcado con fuego en nuestros genes a través de los milenios, de no tomarnos a nadie en serio, de reirnos de todo y de todos. Escupiéndole así a la cara al Creador.
Una película que radiografía todo lo que somos. Ese amplio abanico de registros de nuestro ser que se reune en la escena del castillo, donde se alcazan las máximas cotas cinematográficas, en cuanto a tensión y simbolismos, cuando la mujer de Antonio, recitando El Apocalipsis, hace aparecer frente a todos a La Muerte.
Escena que precede a la final, donde se pueden ver salvados María y José. Y su bebé.
¿Mensaje demasiado cristiano? No no sé. Pero si alguien merece no ir al día del Juicio Final son ésta ambulante familia, todo bondad, en un mundo regido por el horror moral y descarriado, carente de referente, por los siglos de los siglos.
Todo está consumado.