Me puse a ver la película sin mucho entusiasmo. Tampoco esperaba ver el séptimo sello, así que no tenía el listón tan alto como muchos parecían tener. No entiendo a la gente que se dispone a ver una película así con ánimo de crítico de Cahiers du Cinéma, pero bueno, allá cada cual con sus manías.

Empecé a verla sin muchas aspiraciones, como ya digo, cuando apareció en pantalla esa mujer pelirroja, vestida de ejecutiva agresiva y con esa actitud de mujer moderna estresada, y todo cambió. Y a medida que avanzaba la película cada vez me interesaban menos Chris Pratt convertido en John Wayne, los sobrinos imbéciles e incluso los dinosaurios en sus múltiples variantes.

Yo sólo tenía ojos para Bryce Dallas Howard y sus carreras por la selva en tacones y falda tubo. Incluido ese glorioso sprint final bengala en mano. Y a medida que añadía más mugre y sudor a su look cada vez me ponía más velocirraptor. Que hermosa mujer, a fe mía...

¿La película? Ay, si, había una película por el medio... Pues el típico blockbuster veraniego más intrascendente que una clara de cerveza pero igual de entretenida y refrescante. Por supuesto tiene un guión endeble, unos personajes estereotipados y sin alma (excepto Bryce, por supuesto) y toda la moralina y las obsesiones de Spielberg. Los dinosaurios tampoco están bien explotados y el conjunto queda un poco desvalido.

Pero es rápida, sencilla y tiene un montón de sentido del humor. Entretiene sin aburrir (sobre todo Bryce) y no es la mierda jurásica pinchada en un palo que muchos cuentan por aquí. Es obviamente muy inferior a la primera pero no desmerece a la segunda y es bastante mejor que la tercera.

Por lo menos tiene sentido del humor. Y a Bryce Dallas Howard. Ñam, ñam, quien fuera T-Rex...