Lo malo de los blockbuster es que siempre pasa lo mismo: los propietarios de los derechos exprimen la gallina de los huevos de oro en sucesivas secuelas-precuelas-antecuelas y spin-off (amén de la revisión 30 años después) y paralelamente surge una pléyade de imitadores que suelen resultar patéticos.

Y este es el caso. A los de Columbia les dolía el alma al ver como Universal pictures se forraba con la saga de Bourne, así que manos a la obra. Se cambia de sexo al protagonista, se busca a una actriz famosa de buen ver, se le da una vuelta de rosca al guión, abandonando cualquier posible verosimilitud y a ver si suena la flauta. Y si lo hace, dentro de dos años comentaremos aquí "El mito de Salt". Por supuesto, los productores dirán que el guión y el personaje llevaba 10 años esperando director, que al principio era un hombre, etc.,etc., etc....

La película es mala, y punto. Fuerzan las habilidades de la protagonista hasta límites de super-heroína de comic y por desgracia, Angelina parece cualquier cosa menos una supermujer. Corre como una damisela que estuviera en las rebajas y no parece precisamente atlética. Y sin embargo, sus habilidades son una mezcla del propio Bourne, James Bond, Terminator y Lara Croft, aliñadas por una suerte astral (y un guionista tramposo, claro)

El guión tiene más agujeros que un queso gruyere. Es inverosímil desde la primera a la última escena, intenta sorprender al espectador y lo consigue, porque es incomprensible y, por lo tanto, imprevisible. El personaje da tantas vueltas (en su acción y en su personalidad) que uno acaba mareado. Más que sorpresa causa hilaridad, de tan increíbles que son las ocurrencias del guionista.

Y aún así lo está petando, así que nos espera una saga que va a ser la repanocha.