Es una película singular, excepcional y original, dentro de los dramas carcelarios.
Un grupo de personas se queda encerrado en el salón de actos de una cárcel en la que están preparando una obra teatral, algunos de sus integrantes son presidiarios, otros funcionarios carcelarios y otros del exterior.
Buena presentación de los personajes, aquellos que son presos y los que no lo son, los que trabajan en el centro y están de vuelta de todo y los que son sorprendidos por las reacciones y costumbres que se dan en el penal.
El argumento no cae en el tópico de utilizar un motín para mantener encerrados a presos y gente del exterior, sino que utiliza un virus como excusa para desarrollar lo que quiere:
Nos muestra que es difícil deshacernos de prejuicios, de que ninguno aprende de la obra de teatro que representan (12 hombres in piedad) y que siguen cayendo en las presuposiciones, los virus que nos infectan la mente y las relaciones, la distancia marcada por la clase social, la raza… las condiciones externas que marcan y clasifican a las personas.
No se abordan los motivos por los que están presos los reclusos, ausencia de explicaciones hecha expresamente para no juzgar los errores del pasado de sus integrantes. No cae en el victimismo, compasión, ni en los clichés sino que sólo se conoce a los personajes por lo que hacen desde que se han conocido y el tiempo que pasan encerrados.
El hecho de trasladar a una historia de ficción lo que podría hacer sido un documental más sobre la vida en presidio, hace que tenga más verosimilitud lo que nos cuentan, además de no caer en la lástima o compasión que podría producir las imágenes reales rodadas como una cuña para el telediario.
Cuenta el equipo de rodaje que el proyecto nació a causa del grupo de teatro existente desde hace 7 años en la cárcel de cuatre camins de Barcelona, historia que quisieron llevar al cine para, a través de este medio, popular, saltar la barrera y mostrarlo al público. Estuvieron 9 meses trabajando el guión con los presos, que aportaban muchísimo en él y que tanto el argumento como las propias personas iban creciendo en el proceso creativo.
Al mismo tiempo, la preparación del proyecto y el rodaje han supuesto cambios y experiencias gratificantes a los presos del centro real que, empezaron a hacer teatro y asumiendo la diferencia del cine, repetitivo y donde apenas se trabaja la improvisación, con un guión cerrado aunque creado por ellos mismos, con el que siguen involucrados y provocando un buen resultado, precisamente porque se lo creen.
El rodaje duró 4,5 semanas, durante 12 horas al día y creo que logra lo que pretendían: intentar quitar los estereotipos, deshacer los clichés de los reclusos. Cualquier persona puede, en un momento dado, hacer cualquier cosa que les conduzca al presidio, cometer un error que le condene unos años de su vida, por lo que cualquiera de nosotros podría convertirse, fácilmente, en uno de ellos.
La película debería exhibirse no sólo en las salas del cine, como una distribución habitual, sino también en colegios, cárceles, centros de rehabilitación, asociaciones…. Conviene aportar opinión y debatir sobre el tema.
Buen trabajo.