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España España · Videodromópolis
Voto de Max Renn:
9
Terror. Fantástico. Thriller Hace mucho tiempo, Salem (Massachusets) era el centro neurálgico del mal, el lugar donde las brujas celebraban sus aquelarres. En la actualidad es, al menos en apariencia, una ciudad normal. Heidi presenta un popular programa de radio centrado en el rock duro; un día, recibe un vinilo promocional de una banda llamada The Lords. La música, extraña y siniestra, la deja profundamente turbada, provocándole pesadillas y alucinaciones. (FILMAFFINITY) [+]
3 de noviembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Rob Zombie, de nuevo, y como es nota común en su estimulante filmografía que tanto debe a los mágicos (e irrepetibles) años setenta, refleja su simpatía por el Mal, por el ser grotesco, por el villano, por el perturbado, por el outsider, por el elemento ajeno al mundo cotidiano o políticamente correcto. El antihéroe, o el jodido, o el enfermo, o el inestable, o el monstruo… Los personajes con taras y poco o nada recomendables brillan en el universo Zombie.

2. Retrata calles y viviendas desde una óptica sombría, mostrando espacios oscuros, grises, anodinos… La existencia rutinaria se configura como un limbo desapacible y mortecino, lo cual contrasta, curiosamente, con los colores vivos y llameantes de las irrupciones de ese “otro” mundo oculto que, con perversa ironía, resulta mucho más atractivo, magnético, de mayor grandeza… Digno de sumergirse en él aunque a cambio entreguemos el alma. La blasfemia visual.

3. Espacios abiertos amenazantes. No se limita a manejar escenarios cerrados asfixiantes en los que la claustrofobia contribuye a la desazón, presente en el apartamento de Heidi y los pasillos de su edificio, sino que sale a la calle y es capaz de sacar partido a personajes filmados a larga distancia y en soledad para mantener un desasosiego constante, incluso filtrando la posibilidad de que algo o alguien surja desde detrás de un árbol o de una esquina y te lleve con él/con ello. Ejemplo: las escenas de transición de la propia Heidi andando por una ciudad tan gris como los núcleos urbanos de la muy notable “Halloween II”. Es como si Zombie hubiera tomado buena nota del Carpenter de “Halloween” en cuanto al aprovechamiento de exteriores.

4. El espectador en el rol de observador en primera instancia… y como testigo directo después, asemejándose a la propia vivencia de la protagonista, que entra en un determinado estado de impacto (o de lo que sea) que el mismo público también puede experimentar debido a la estudiada sucesión de imágenes que el director lanza a diestro y siniestro en modo collage. Así, la misma película sufre una transformación conforme se desarrolla y afecta al que la ve.

5. La indudable potencia visual (y sensorial) de momentos como la extraña entrada a esa suerte de catedral satánica en la que aparece cierto personaje perturbador, dando una impresión de grandeza, de epicidad diabólica, que embelesa y hechiza: a ella y a nosotros.

6. La iluminación de los pasillos y las estancias del edificio donde se aloja la protagonista. Una oscuridad quebrantada por fuertes focos de luces blancas aquí y allá que rasgan lo negro. O el rojo agresivo que envuelve la sacrílega cruz de neón.

7. Los problemas personales en el pasado de Heidi y su vida actual apagada y monótona, como si su devenir en el relato fuera la única salida posible a un día a día no especialmente excitante, sino más bien imbuido de una pocha desidia.

8. La iconografía satánica de Zombie formada por símbolos e imágenes que remiten no a algo etéreo, sino a una fisicidad inquietante que se materializa orgánicamente. El comienzo, con el aquelarre de brujas, es sucio y feísta. Más adelante, la representación del Mal se vuelve de estética más sofisticada y barroca. A estos elementos del escenario, añado dentro del apartado “iconografía” (je) al reparto elegido, formado por intérpretes-iconos en papeles secundarios que podrían vivir 24/7 en el cine que el director adora.

9. Las numerosas influencias. Referencias múltiples, sobre todo, a la obra de Roman Polanski: se apunta a “La semilla del diablo”, “El quimérico inquilino”, “Repulsión” e incluso “Macbeth”. También a Stanley Kubrick, y aquí señalaría “La naranja mecánica” (el montaje de imágenes en la parte final, el dormitorio de Sheri Moon), “El resplandor” y “2001”. Hasta el delirio de Ken Russell, el esteticismo de Dario Argento o el underground de Kenneth Anger son invocados en alguna medida.

10. Las posaderas desnudas de Sheri Moon Zombie… y sus aposentos.

http://videodrome.wordpress.com/
Max Renn
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